jueves, 28 de marzo de 2013

Jueves Santo

Es Jueves Santo, es un día de silencio que propicia la lectura. Y encuentro un libro amarillento por el paso de los años que no ajusta voluntades ni afectos, ni siquiera orden. Por no tener ni tiene cubiertas, ni título, ni nombre de autor: es un manojo de páginas sueltas. Pero no cabe duda que es un libro de iglesia. Entonces, hoy se me ocurre escribir sobre el pecado, y busco entre sus páginas algo mágico, algo milagroso en la vida de los Apóstoles y lo encuentro. Se trata de la historia de un mago llamado Simón que tenia estupefacientes a los habitantes de Samaria con su magia. Engañaba con sus habilidades a los habitantes de Samaria atribuyéndose el don divino de obrar milagros. Refiere que, en cierta ocasión, encontrándose Juan y Pedro en el pueblo samaritano, Simón, a cambio de dinero, propuso el sagrado privilegio de impartir el Espíritu Santo, hecho que los apóstoles repudiaron... En alusión a aquel mentiroso impostor, la iglesia llamó "simonía" al hecho de comprar y vender milagros, y a promocionar en los templos ofertas eclesiásticas. Entonces, "simonía" es el nombre del pecado que busco. De acuerdo con el texto mencionado, "simonía" llegó a ser muy común entre los miembros de la iglesia romana al ser el pecado más usual. Y comparo hechos similares de aquella época y la nuestra. Digo hechos y digo milagros y otras maravillas que se reflejen en los tiempos que vivimos. Y lamento decir que debiéramos aprender de nuestros errores. (A Dios rezando y con el mazo dando). Sería fácil seguir con un relato que tuviera que ver con este pecado tan común en la iglesia de antes y de ahora, pero no busco "milagros" entre los muchos que existen para ensañarme con la iglesia de Roma. Solo pretendía conocer el nombre del pecado, saber cómo llama la iglesia a este pecado, y lo llama "simonía". Y ahora pregunto: ¿es irrespeto prejuzgar a personas cuya diligencia acaso para justificar un resultado les llevan a cometer errores que rompen las reglas del juego? Es posible que por ser error humano sea susceptible de perdón, pero no es lo mismo robar los tapones de las ruedas de mi coche que al ser de metal les vienen de "lujo" a los niños de mi pueblo para lucirlos en sus bicicletas que robar la esperanza de un pueblo, y no digo la esperanza de comer mañana, digo La Esperanza de Vida.

La Iglesia de Roma y nuestro gobierno van de la mano en muchos aspectos, y los demás, hasta completar el círculo, con la política imperialista jamás conocida en este país impuesta por la UE por delegación de la Canciller Merkel.

¿Es posible gobernar un país sin estar seguros de hacer lo correcto? Desconozco si conforme al Código de Derecho Canónico "simonía" es un pecado capital. Sin embargo, es incompatible con la justicia. Pido excusas si ofendo, pero he vuelto a ver el Telediario y la sonrisa de Montoro al corregir Bruselas las cuentas del 2012 y los aplausos de Rajoy en el Fúrtbol me revuelven las tripas... No sé si hoy es el mejor día para decir de la iglesia y el gobierno, pero tal parece que "simonía" sigue siendo el pecado de moda. Además, se come todos los día del año... o se tiene hambre, que no es lo mismo. Decía el Barón de Humboldt: "El mejor medio para conocer la verdad es inquiriendo acerca de aquello que desconocemos". Razón por la que insisto en preguntar: Volver a empezar... ¿y por qué? Más recortes... ¿y por qué? Más de lo mismo... ¿y por qué si sabemos que éste no es el camino de la recuperación económica? El pueblo está en la calle y demanda justicia social. Eso es todo. (El informático, ayer tarde me dijo que si quiero le puedo pagar el nuevo ordenador cuando cobre la extra de verano... ¿Y qué sabrá un informático de lo que cuesta un sentimiento de amor? No puedo escribir con un ordenador que no me guíe el cursor, que no sepa ponerme límites, que no respete un Jueves Santo. Que no me ordene. Que me quiera).

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