viernes, 15 de marzo de 2013

En el país de Rajoy

"Europa tumba la ley española y permite al juez parar los desahucios por cláusulas abusivas".

El Tribunal de Luxemburgo entiende que el consumidor está desprotegido porque no se frena el desalojo aunque haya abusos en las hipotecas. EFE.

Un país que ciertamente disminuye sus fuerzas y agota sus capacidades. Un país que no es capaz de continuar con mayores fortalezas los diferentes desarrollos socioeconómicos que le superan como desafíos impostergables. Un país cuya clase trabajadora ronda la pobreza en un 12% (digo clase trabajadora y digo la que trabaja). Un país, en parte, cubierto de escombros creados en la perversidad moral y nauseabunda de personajes que se amontonan en los intersticios de la sociedad, no cabe la menor duda que sus actuaciones, y hablo de Rajoy, y de ese aspecto salvador que le viene de atrás, de cuando era un político que su vanidad le impedía reflexionar sobre lo que era bueno para el país y menos malo para él y sus ambiciones, son intolerables. Nos recuerda el libro del Eclesiastés: "Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud antes que vengan los días malos y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento". Es que ni su mentor Aznar es lo que era y aún sigue marcando distancias. Aunque parezca extraño este personaje de fábula vive tiempos iguales a los que vivieron en Sodoma y Gomorra. No todo se debiera permitir. Así como Dios envió un ángel a la ciudad de Sodoma a rescatar las pocas personas justa que allí vivían, en este país se ha producido, pero no por la gracia divina. La llegada de un personaje cuyas actuaciones parecen más bien intervenciones salvadores de la humanidad y, sobretodo, de aquél llamado conminando a reflejarse en el Creador que aparecía en el Eclesiastés. ¿No será una aprendiz de algún dios cualquiera? Y a propósito del entusiasmo que levanta entre sus seguidores: si le quieren que se queden con él y que gobierne otro que no le tengan que rectificar sus políticas en favor de la banca el Tribunal de Luxemburgo. Y también para adecentar, en tanto se pueda, el panorama nacional de corruptelas... Se cree que responde a la llamada celestial de reconvertir para bien a toda la sociedad. El comportamiento que representa este salvador dentro de una sociedad débil es como si fuese una plaga imbatible, nos mueve a la incertidumbre y la confusión porque nos trae un mensaje sumamente perturbador: La sociedad está necesitada de esperanza para salir de la crisis que vivimos, es evidente, pero con este gobierno nos costará más.

A un país aún le quedan reservas humanas porque no han sido contaminadas con el pérfido virus que fermenta en el gobierno de Rajoy. Amén.

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