miércoles, 6 de marzo de 2013

Cenicienta tenía un plan

Recuerdo el cuento infantil de Cenicienta cuando al llegar las doce de la noche y escuchó las campanadas dejó al príncipe en la pista de baile y echó a correr: fue cuando en la escalinata perdió el zapato. El famoso zapatito de Cenicienta. Que miró de soslayo pero no volvió a buscar... tenía que cumplir con el compromiso de su hada madrina. Allí dejó tirado al príncipe encantado de su belleza y llorando su ausencia... Qué triste si acabara así, pero es un cuento infantil y así no acaban los cuentos infantiles, al menos no en una ruptura sentimental... Después de una complicada trama de busca y captura, el príncipe acabó encontrando a la dueña del zapatito: Cenicienta, y fueron felices y comieron perdices.

Los cuentos infantiles son una copia de la vida de los mayores (sin príncipes ni princesas. Ni monarquías. Pero ése será tema a tratar otro día. Por cierto, según me cuentan, los 500 trabajadores de su majestad convocan huelga general ¡cómo está el país!), construimos castillos en el aire como si fuera real. En otros casos, buscamos complacer a los demás con tal de ganarnos su amistad, o simplemente su aceptación. El caso es que de tanto querer gustar a todo el mundo corremos el riesgo de perder nuestra esencia que no es sino nuestra belleza interior. También se pudiera decir que por ir detrás del viento dejamos atrás nuestras vidas... O al contrario, y seguimos aferrados a nuestras miserias. Cenicienta sabía lo que hacía. Cenicienta tenía un plan. Salió y volvió a la hora prevista. Entonces, todos debemos tener un plan en la vida y llevarlo a cabo cueste lo que cueste.

Un día, en uno de nuestros interminables silencios, la dama que no me deja ir, al despedirse me dijo que: "hasta para suicidarse había que tener un plan", como el señor de Bilbao que hoy se suicidó antes de ser desahuciado tenía un plan... o lo tenía por él. El caso es que si cenicienta no hubiera tenido un plan no se hubiera casado con el príncipe y no hubiera comido perdices... Ay, enterarme de lo del señor de Bilbao me cortó el royo... En fin, solo quería decir que conviene no retrasar nuestro plan y llevarlo a cabo -plan de vida-, o dejar que la vida fluya... Aunque eso puede ser más arriesgado. Desde luego echar la vista atrás no es opción. Y menos tirarse por la ventana cuando las cosas están jodidas.

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