Mi depresión y mi amnesia

La dama que no me deja ir me dice que me vendría de lujo volver al pasado para desde allí visualizar los buenos momentos. Y fijarme si aún suspiran. Cada día la entiendo menos. El cristal de mi pasado está empañado, y ella lo sabe, entonces, difícilmente podré visualizar nada. Mi depresión es mía. Son muchos los años y le he cogido cariño

Pero hay más, y por más peor, como siempre, más no puede ser mejor; y me aconseja recrear los bellos recuerdos sepultados y disfrutarlos de nuevo como forma de incentivar cierto grado de optimismo. Y dale y dale, y además se contradice. Ella sí que está para que la revisen. Como si me faltara imaginación para reinventar un mundo más agradable en todos los sentidos. Que sea o no verdad es lo de menos. Sino esta realidad acabará matándome. Yo quiero vivir a mi manera y sin complejos. Y la depresión es el remedio. Qué me importan los olores y los sabores, ni los recuerdos desagradables que son los únicos que se recuerdan, ni tampoco me interesan las mujeres que me quisieron.

Algunos filósofos del hedonismo afirman que perder la memoria nos exonera del dolor que entraña sufrir la triste realidad que nos rodea. ¿Y entonces?

El Sabina intentó curar su depresión y casi da en loco. Acabó implorando al doctor que se le devolviera. Yo no quiero pasar por esa situación, porque yo no soy el Sabina y mi inspiración pende de un hilo. Me quedo con mi depresión y mi amnesia. Y a vivir que son dos días.