lunes, 11 de febrero de 2013

Algunas verdades

Muchos presuponen que la ciencia y la fe religiosa son enemigas irreconciliables. Puede que sí... o puede que no. Lo cierto es que la religión hizo posible el nacimiento de la ciencia al crear el clima de pensamiento necesario para que hombres y mujeres puedan dedicarse a investigar su propio origen. Pero hay más verdades en este mundo que la religión o la ciencia. Y una de esas verdades es por la que padece mi amiga Roxana. Ella padece y está triste por su país, y sabe que ni su fe religiosa ni la ciencia lo pueden arreglar. Su país es Argentina, y allí las cosas no marchan bien... Lo siento por Roxana, mi amiga, por ella y por todos tus compatriotas que tienen dificultades para encontrar su camino entre tanta corrupción. Roxana dice que la política es la culpable de la deplorable situación socioeconómica que vive su país. Pienso en mi amiga Roxana y peno por ella y su país, y también por mí, ay, porque me doy cuenta que ni yo ni Argentina tenemos un motor que funciona...  ¡Santísima!, ni España, que está perdiendo la credibilidad en el mundo mundial, que diría Elvira Lindo por boca de Manolito Gafotas con tanta opacidad en sus cuentas.

Las señoras y los señores dueños de los partidos políticos en nuestros respectivos países no saldrán en la foto de la honradez a carta cabal. Carta cabal... qué querrá decir eso de carta cabal... igual tiene que ver con las cartas de Rajoy... No, lo de Rajoy son sobres... y son rumores, como la canción. Por cierto, ¿cartas y sobres serán lo mismo? Un lunes de resaca no estoy para dedicarle unos minutos a la RAE y sus complicadas acepciones a veces. Hoy estoy torpe de entendederas.

En fin, que no funcione un motor se podría explicar bajo un punto de vista científico. Sin embargo, ¿sería inteligente pensar que en realidad las cosas no van bien porque nunca ha existido ningún dios? Creo que el hecho de que no pueda comprender la situación de crisis que vive el mundo en la actualidad no elimina la hipótesis de un creador que haga las cosas con un buen propósito. Aunque si así fuera, es posible que la inteligencia no estuviera detrás de ése propósito. Por favor, no pretendo ser irrespetuoso, lo que quiero decir es que uno a veces se vuelve incrédulo y quisiera ser alguien para poder arreglar las cosas: quizá cajero del Banco Mundial para saquear sus arcas y devolver a sus legítimos dueños hasta la última moneda de curso legal que ilegalmente acaparan. O asesino para matar la eficiencia que muchos y muchas tienen para desviar fondos del erario, o de las grandes empresas, o de los negros negocios a numeradas cuentas en paraísos fiscales.

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