jueves, 24 de enero de 2013

Un buen día hasta yo lo puedo tener

Hoy estuve en Valencia. ¡Qué trajín!. Y fui a comer a un restaurante donde me sirvieron gazpacho manchego con liebre. Hacía años que no comía este plato, y hubiera sido genial si no estuviera salado. A mí la comida salada no me entra. La prefiero sosa de no estar al punto. Le dije al camarero que no lo podía comer y enseguida me lo cambió por otro plato de lo mismo e igualmente salado. Evidente, era el menú del día y no lo hacen por raciones. Le volví a decir al camarero y me dijo que me podía dar un plato de paella. Pero no me apetecía paella, y más después de saber que había gazpacho manchego con liebre. En fin, a cualquiera le sale salado un plato. Luego el camarero, pidiéndome disculpas me dijo que al cocinero le habían llamado esta mañana para darle una mala noticia, y atarantado, lo pagó con el gazpacho manchego. Lástima. Pero un día malo lo tiene cualquiera.

El camarero disculpó al cocinero: ¿corporativismo, compañerismo: "hoy por ti mañana por mí"? No sé, pero lo mío fue un gesto que me honra. Hice lo correcto. Estoy orgulloso de mí. ¿Me estaré volviendo pacífico? Creo que estoy en condiciones de salir de casa sin temor a dañar mi reputación. (Créeme que es todo real, no es un sueño surrealista como pensé).

2 comentarios:

  1. Por supuesto, hasta el mejor cocinero arruina un plato.
    Me has hecho recordar que la ultima vez que estuve en Valencia,
    fui a un restaurante del centro,
    la cocina era granadina,
    diosss comí la mar de bien.
    A más tenían un jamón de Treveles
    que pa que te cuento.

    Salud, un placer leerte.

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  2. Eres muy amable. Muchas gracias.

    Salud

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