domingo, 23 de diciembre de 2012

Un milagro

Eso es, un milagro. Porque acabo de recibir un anónimo e-mail de una amiga, y sin más, como es ella, me pregunta cómo puede en apenas una semana dejar atrás todo lo que le perjudicó durante este año que se acaba.

Supongo que quiere hacer liviano el próximo año y necesita entrar en él sin lastre. Una amiga quiere olvidar, cambiar de vida. Pero es muy difícil el proceso de olvidar, y lento. En apenas una semana es imposible. A no ser que quiera ser más humana. ¿Pero no es humana una amiga? Tal vez sea yo el que necesite cambiar... o los dos. De una cosa estoy seguro, ni ella ni yo somos superficiales, y sentimos esta realidad que nos ha tocado vivir como una injusticia, y por eso nos cueste salir a la calle. Pero no es el tema que me obliga a escribir, mejor intento interpretar su e-mail y le escribo deseándole Feliz Navidad. Y que olvide el olvido, que no se lo tomo en cuenta, y también  la rosa roja.
  
¿Le escribo diciéndole qué? Que todo lo que la perjudicó durante el año en curso no fue sino consecuencia de que no aprende, o aprende sin pensar que es lo mismo. Que no sabe o quiere identificar a personas con estilos de vida nocivos que se acercan a ella y la retrasan en su avanzar diario. Complicado panorama el suyo. Si me diera alguna pista, si me dijera con quién anda quizá le podría decir algo más, quién es ahora, como el refrán. De viejo aprendí. Pero no sé con quién anda y quien la puede perjudicar. Hay personas que son expertos en aprovecharse de las circunstancias a los que nos tenemos que enfrentar y no lo hacemos porque nos engañan. Y arropamos el dolor y recubrimos nuestros sentimientos heridos con agresividad, y nuestras frustraciones con soberbia.
 
A una amiga le diría de una vez por todas que coja el toro por los cuernos y que abandone todo aquello que no le conviene, aunque se haya hecho con un poco de sí misma, que no permita que nadie le haga daño, que no estire el dolor como si fuera chicle, que no meta el dedo en sus llagas, que no siga encubando emociones toxicas y que vuelva a la verdad, al amor y la santa poesía. Emplazar al futuro es el reto, asumirlo con entusiasmo y con entereza para no quedarnos atrapados en el tiempo el fin.
 
Y por mi parte, decirle que sería genial que me enviara un e-mail anónimo o no, para devolvérselo y decirle que sigo vivo a pesar de haber perdido su encanto. Porque enviar no es devolver.

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