sábado, 15 de diciembre de 2012

Tú, mi paranoia

Un sábado de los fieles difuntos... Ay, dona, dije que te iba a dejar marchar y no puedo. Tú, mi paranoia. Por eso, si llega la noche y mi ánimo no cambia me iré con ella a echar un trago, a emborracharme como los de siempre que cada vez son menos. Mí ánimo a elegido un mal día para aprovecharse de mí, pero hoy le haré frente por ti, no puedo permitirle que maquille mi cara de gris ni un día más.

Sé que beber está mal visto, que es un mal ejemplo, ¿y qué? Estoy seguro de no cometer ningún crimen, incluso hay naciones que sus habitantes ocupan gran parte del día a emborracharse. Me repatea el símil, justificarme quiero decir, pero en la particular batalla que mantengo a diario con mi psicosis hoy haré de cristiano, así que los abstemios mahometanos caerán como pasto de mi ira.

Cuentan que en la India, en tiempos de la colonización, cien mil británicos consumidores de carne y güisqui vencieron a doscientos cincuenta millones de abstemios y vegetarianos (aunque reconozco que estos países bebedores que propician guerras preventivas con la "sana" intención de salvar a la humanidad son naciones que no les acompaña para nada la justicia).

No estoy interesado en convencer a nadie de que soy mortal y que no puedo dejar de pensar en ti. Así que hoy beberé y me emborracharé con la noche. Cerraré el confesionario y solo estaré para mí y la botella, no pararé de beber hasta perder el control. Y mañana, no me importará despertar en el Hospital de la Ribera, al menos esta vez sabré porqué estoy allí. Por cierto, los médicos cuando hablan en público sostienen que el alcohol es nocivo para la salud, al contrario de lo que piensan sobre el agua, que dicen ser beneficioso. Sin embargo, cuando se liberan de su bata blanca, y en la intimidad, beben como cosacos y solo encuentran el agua útil para regar las plantas.

En fin, no seguiré por este camino que llegaré a ninguna parte. Así que esperaré a la noche y si mi ánimo sigue igual, me iré con ella de borrachera para combatir tu ausencia, no quiero que nadie crea que, porque tengo cierta aversión hacia los médicos y al agua, estoy manteniendo algún instinto de conservación de la raza humana: me importa un carajo la raza humana, además, sería poco científico, y sin la ciencia, ya se sabe que los seres humanos simplemente seríamos como dona, pero menos cariñosos.

"Al igual que tú, si me mantengo a flote a sido porque nunca he dejado de nadar". Joaquín Sabina.

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