domingo, 23 de diciembre de 2012

Hoy no es ayer

Sigo resentido con el olvido de algunas por mi cumpleaños. Por no felicitarme y regalarme un beso y un abrazo y una sonrisa y una rosa roja y unas pastas de té... el café recién hecho sería cosa mía. A Dios gracias hoy es domingo y en misa encontraré consuelo. Y seré capaz de volver a ilusionarme el próximo año, y no negaré que cumplo años, contestaré amablemente a quién me pregunte la edad. Me arrepiento de todo lo que escribí ayer. Es voluntad de Dios. Arrepentidos quiere el Señor. ¡Ya me vale!. Qué arrepentidos quiere el Señor ni qué carajo: ¡estoy enfadado!. Ay, dona, mejor dejo el tema, aún me duele el alma por esta decepción tan grande. Lo cierto es que solo pretendía que alguien me regalase una rosa roja. Y la sonrisa... y el beso, sí, bueno todo, también el abrazo y las pastas de té: lo del cumpleaños era la disculpa. Pero cómo duele...

Con los años llegan los descuidos que te hacen recapacitar. Son tiempos difíciles donde la morosidad aumenta, y no hablo de asuntos financieros sino de amor. Tendré que adaptarme a las circunstancias y aceptar la realidad. Seré fuerte, seré otro... seré la persona que siempre quise ser: no pienso cambiar mis fantasías por menos canas. Seré más tolerante con los demás y menos crítico conmigo. Me transformaré en mi mejor amigo y no me regañaré. De viejo, he visto demasiada buena gente partir de este mundo antes de gozar de las satisfacciones que proporcionan los años: desde hoy viviré sin complejos. A través de los años he pasado por momentos difíciles, pero he de confesar que he sido bendecido por la vida lo suficiente como para ver mis canas en el espejo. Y las risas y los llantos que han marcado mi rostro con arrugas por tantos años. Me siento orgulloso de haber vivido, aunque a veces no haya tenido el valor de decir sí cuando quería decir sí. En los años altos de mi vida no viviré reprimido, ser libre será mi única opción. A partir de hoy solo mi criterio ordenará mi vida, a pesar de que pueda haber gente que dude de mi sensatez y me mire de soslayo.

Cuando un viejo decide ser viejo sin complejos es todo mucho más fácil, importa menos lo que otros digan o piensen, y no se cuestiona, sea porque la experiencia hace que se equivoque menos o porque sienta que se ha ganado el derecho a equivocarse sin miedo a las consecuencias. Y aunque sé que no voy a vivir eternamente, mientras viva o sienta que lo estoy, que esté sin haberme ido, no voy a perder el tiempo contándole a nadie lo que pude haber sido y no fui. A partir de hoy seré y haré lo que me plazca a cada segundo de mi vida. De mí vida.

Como ves, y qué bueno, a pesar de los pesares y todo lo demás, es estar dispuesto a hacerse viejo a cualquier edad... Por cierto, ¿irías ciega de amor a pedirle al dios que te dio esas benditas manos una rosa roja para mí?

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