jueves, 22 de noviembre de 2012

La tristeza se hace lluvia de otoño

Y dale, no hay manera, siempre igual, y vuelta a empezar. Ay, dona.

Me cuesta hacer amigas, pero un verbo perderlas. No sé, lleva unos días pálida la tarde y cargado el cielo de nubarrones grises. Lleva unos días que avecina tormenta. La tristeza se hace lluvia de otoño.

Es un dolor: Me paso el día escribiendo y a veces pierdo los papeles. Ciego, no encuentro lo que escribo al día siguiente. Escribo con los humildes en el corazón, pero pierdo los papeles. Soy un caso.

Una amiga de antes me dijo que cuando tenía tiempo y me leía con una sola mirada no me entendía. En un principio se enfadaba y pasaban meses sin saber de ella. Luego, sin yo decirle un día, me confesó que me releía, incluso al día siguiente me leía, y que ahora sí, y que la perdonase. No le contesté, ella me enseñó a no contestar cuando alguien pide perdón, pero yo también me releo y me leo al día siguiente. Y a veces me gusta lo que escribo... Lo peor de todo fue que nunca la perdoné. Mi mejor amiga.

Los ciclos en la vida juegan un papel en espiral donde el tiempo no se detiene ni se acaba; es el paradigma de las absurdidades; es no darse cuenta de lo que se pierde a veces; es dejar pasar de soslayo aquellos pequeños instantes donde se pierde la noción de las cosas. El epílogo de despertar al alba; el extender la mano y sentir frío en el alma.

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