jueves, 1 de noviembre de 2012

Ciego de tanto mirarla

Entre el amor y la santa poesía, la más encantadora y soñadora, es una dama con su propia poesía. Creativa en cada ocurrencia que motiva, salta de flor en flor pero siempre lo hace a la altura de mis ojos. Ella no sabe que me perjudica, porque de tanto mirarla estoy ciego, ya no me queda mirada para verla. Mientras la perseguía con mi mirada fui perdiendo la vista. Me dejé atrapar por su encanto y ahora estoy ciego de mirada. Sin embargo, hasta ciego mirada la encontraría en el lugar donde estuviera de manera desparramada, que siempre fue muy desdeñada. Pero no puedo mortifícame por sus malos hábitos, aunque mi mirada no pueda conquistar los núcleos esenciales de su vida. La belleza, si se distancia de sí misma y apela con sentido oportunista a las necesidades que tienen los sentimientos, pueden llegar a obnubilar la mente. Ella no sabe que me hubiera conformado conque volviera a acogerme en sus retinas quizá para dejarme a salvo de su adiós, para fingirme y dignificarme. Cuando mis sentidos se sosiegan lloro en mis adentros. Esta noche no dormí, y lloré al verme rebuscando por los vertederos entre cristales rotos en busca de unos ojos para mirarla. Por un momento creí que había encontrado unos de verdaderos, pero al ponérmelos comprobé que no eran auténticos, que no sabrían mirarla. Los ojos falsos son mentirosos, no miran de frente. Soy ciego de mirada y no es difícil pisarme, donde quiera que voy temo por mí vida. Necesito unos ojos auténticos para verla. No puedo vivir sin mirarla. Me hablaron de un lugar en el bosque donde había unos ojos tal vez de una ninfa perdidos pero también eran falsos, o eran mitológicos, tampoco eran ojos verdaderos. Nunca encontraré unos ojos de verdadera para verla. Vivo desahuciado: admito que mi mirada no tiene posibilidad de sanación.

Los ojos son una oportunidad que un ciego de mirada, en los años altos de la vida no puede rechazar. Aunque de antemano sepa que son falsos. Los hacen parecido, los hacen muchas veces sin pupilas y sin retinas, incluso sin pestañas. Son malas copias que no pasarían por auténticos a simple vista; unos ojos así, si los pusiera nunca volvería a verla. Yo ya no quiero ver, yo solo quiero mirarla. Yo quiero unos ojos como los que tenía pero que me protejan de su mirada, quiero verla, yo solo quiero mirarla, contemplarla sin quedarme ciego. Yo quiero unos ojos capaces de guiñarle un encuentro a escondidas. Unos ojos míos que fueran suyos. Unos ojos posibles. Por mirarla y verla estaría dispuesto a aceptar la ceguera eterna. Solo porque me dejara divagar por su mirada... Ahora mis noches son oscuras e insolentes, se ocultan debajo de mi insomnio con afán de murmurarme desventuras y prodigarme desprecios. Sueño con mis ojos originales. Qué me interesan otros ojos si no pueden mirarla...

Despierto, me doy cuenta que estoy ciego porque no quiere que mis ojos la miren. Si al menos me dejara mirarla de soslayo... Despierto, me pregunto que si tuviera unos ojos de mirada capaces me dejaría mirarla, aunque fuera ciego para el resto del mundo. Despierto, le pido que me deje verla, que me permita mirarla, porque creo en ella. Porque no puedo olvidarla. (Porque solo vengo a ofrecerte mi amor).

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