lunes, 22 de octubre de 2012

El efecto pensionista

Ayer, mi esposa y yo, después de cenar fuimos a tomar café a un bar que está justo enfrente de la iglesia. La iglesia estaba cerrada y el bar olía a incienso. Y hoy la iglesia está abierta y el bar cerrado porque es lunes y los lunes cierra por descanso. ¿Estará regulado por ley que cuando las iglesias abren los bares cierran y viceversa? Éste es un país de muchas leyes. Los bares y las iglesias no debieran cerrarlos ni abrirlos. Ni a los curas hacerlos cardenales y a los camareros psicólogos por muchas almas que curen y vidas que salven. (Dios es más Dios después de una copa de vino). Nuestros pecados y nuestras miserias a nadie interesan. Éste es un país de muchas leyes y poca justicia, y también de porcientos. Éste es un país donde las estadísticas del INE debieran venir con antidepresivos: "El 21,1% de los españoles por debajo del umbral de pobreza. Por suerte (o por desgracia), un 0,7% menos que el 2011 por el efecto pensionista". ¿Acabará Rajoy metiéndole mano al IPC ahora que sabe que mantenemos a los españoles? ¿Será tan cruel? Creo que las residencias de ancianos cerrarán todas. Según yo lo veo, a los pensionistas nuestros hijos nos querrán eternamente, incluso, y es un decir por no callar, si las cosas siguen en este plan, se venderán congeladores como churros. Recuerdo aquella canción (creo) de los Cantores de Hispalis: "El muerto al hoyo y el vivo al bollo". Ay, dona, me temo que tardaremos en vernos, y no porque no me quiera morir algún día, sino porque mis hijas me congelarán para seguir cobrando la pensión.

El café rico, gracias, pero el olor a incienso... y el fúrtbol... El domingo iré a misa y comprobaré si la iglesia huele a calamares fritos. Y si aún se siguen amando unos a otras (el santo fornicio) en el confesionario.

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