Ella abría su correo electrónico. "Un momento", me dijo, mientras leía un e-mail con olor a rancio; ese olor que envejece el vino o lo echa a perder. Yo estaba preocupado con un asunto inaplazable, pero ella necesitaba tiempo. Entonces le dije: "tómate tu tiempo". Y me sonrió. Siempre me gustó su sonrisa.
Que el agua de lluvia caiga sobre tu alma amiga. Y ya me callo.
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