Antes, sin decir tu nombre de nuevo te nombré. Te prometo que me salió sin querer, quiero decir que no pretendo hacerte daño. Te quiero. Paulo Coelho escribió: "Somos aventureros de la vida en busca de nuestro tesoro". En esa búsqueda cotidiana de la vida tuve la fortuna de conocerte y de encontrar ese tesoro que hay en ti.
Tal vez hace tiempo que no te escribo, me voy haciendo cada día más viejo y no sé lo que hago. Te cuento que ayer, por primera vez desde que dona se fue, salí solo de casa. (Te lo cuento a ti, solo a ti). Y lo pasé fatal. No estoy preparado, se dice, pero presumo que nunca lo estaré. Se me hizo eterno el paseo. Miraba a los lados y hacia atrás como si alguien me persiguiera. Tuve miedo. En el campo sin ella no hay vida, es un erial. Y el río es un lecho sin agua.
No me apetece escribir más, solo decirte que tú siempre me brindaste tu mejor sonrisa y tu mirada, tus abrazos; me entregaste tu amistad, y por eso te quiero. Y ella, de sus labios escuché los deseados: te quiero. Y es que lo uno, quieras o no, lleva a lo otro.
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