jueves, 2 de agosto de 2012

Yo, y mis razones para estar de aquella manera

Llevo toda la mañana con un aquel en el estómago por lo que será de nosotros como país, que no tuve tiempo a mirar de soslayo la prensa. Y resulta que hay una muy buena noticia: El paro bajó 27.814 trabajadores en julio, y se sitúa en 4.587.455 personas. Eso es una muy buena noticia. Escasa de necesidades, pero muy buena noticia a fin de cuentas.

De cuando en vez andamos perdidos en nuestros asuntos, y, sin ver más allá, nos pasan desapercibidas cosas importantes. Quizá todo sea importante; yo estoy preocupado por lo que hoy se decida en diferentes frentes en Europa con España como protagonista, y eso es importante. Sin embargo, para mí es más importante que 27.814 trabajadores encuentren trabajo que lo que ocurra con la prima y la Bolsa. Ya les debiera bastar a estos políticos de intereses creados con tanto recorte y tanta iglesia, porque si no quieren no quieren y no hay más que hablar. Si no hay voluntad política no habrá manera de salvar el euro de los tiburones. Voluntad política es la que hace falta. Con ella ya las cosas serían diferentes. A la mierda todos los políticos demacrados por su falta de valentía, por vivir subyugados a Alemania, Finlandia; al norte rico y el BCA. A la mierda por maltratar a su pueblo con presupuestos restringidos, por no pagar a quien deben y luego dárselo a sus amiguitos del alma. Por los jodidos recortes a la educación y la sanidad. Por dejar morir en la indigencia a los padres y a los abuelos de los demás. Por rebajar los salarios. Por este sistema imperialista creado por los ricos para arruinar a los pobres. Políticos mentalmente enfermos, rancios, envejecidos en sus intereses como todos los que les precedieron. Me traen a la mente viejos paradigmas. Esta manera de hacer política me hace más viejo. Esta política de compromisos con el partido y no con el pueblo que los eligió es una puerta al pasado que creía cerrada.

En algún sitio leí, que yo no lo sabía, y si digo que no sé no sé, que cualquier experiencia deja un residuo en nuestras células como efecto de las reacciones químicas que nos generan las emociones. Nuestras células están preparadas genéticamente para perdonar las viejas experiencias. Se trata de un proceso de renovación para olvidar. Renovarse o morir. (Parece imposible tanta indiferencia).

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