Yo, tú, él. El resumen de una vida que trató de emular otra vida que no supimos hacerle frente. No fuimos capaces de insuflarle una ilusión y sin darnos cuenta un ser dañino -siempre hay seres dañinos al acecho cuando una relación se debilita, cuando somos infieles a nuestra propia naturaleza humana- se volvió desafiante y nos venció. Él se apoderó de nuestras vidas y las hizo añicos: se lo pusimos fácil. Y mientras, ignorándonos, nos dejamos ignorar. Ahora todo gira en torno a la soledad.
Yo, tú él. Un ser dañino se apoderó de nuestra vida y arrasó todo a su paso, y la palabra enmudeció la voz de la garganta, y solo fuimos dos cuerpos flotando en un mar inmenso mientras el viento nos manejaba a su antojo. Una vida llena de mentirosas verdades, una vida a un sueño entregado, una vida adormecida en un verso: un clamor en la almohada.
Yo, tú, él. Una palabra que no supimos interpretar, una palabra amiga. Buenos días buena amiga. Solo nos queda cultivar nuestra poesía en íntima armonía: al fin somos dos, moridero de amor. No quisimos escuchar al Serrat: "sin utopía la vida sería un ensayo para la muerte". (Nadie está obligado a lograr lo imposible).
No hay comentarios:
Publicar un comentario