domingo, 27 de mayo de 2012

Nostalgias de un esplendor de cariño

La impronta del misterio está en el camino, y basta con abrir un sueño para despertar una sorpresa. El tiempo se encoge gradualmente y aparece el desaliento. El desaliento es un arma del diablo. También el miedo, ese temor que nos convierte en seres inseguros. Las limitaciones propias de cada cual porque no sabemos, y las que nos imponen los demás es desaliento, y más cuando nos dicen "así es la vida". A veces nos empeñamos en que las cosas sucedan cuando y como queremos.
 
La sencillez del caminante permite cotejar los conceptos y captar sin esfuerzo la armonía capaz de regar con sinceridad los corazones de su colindancia. Lo importante es tener el corazón y la mente abiertos para dejarnos envolver por la magia del camino y así salir victoriosos en la carrera por la vida. El caminante camino, el amor que deja un aura luminosa cuando transcurre con las virtudes poseídas de la amistad. Amiga íntima, del alma amiga. Era la mujer de la sonrisa perenne que a cada cual le entregaba parte de su fuerza espiritual en el saludo. Cada paso que daba era un instante de voluntad y cada obra digna de ser apreciada de acuerdo a los valores fundamentales en todo su esplendor.

Se ha ido sin irse, se ha alejado de mí sin decir, y he sentido en el alma un rapto eterno como una congoja impresa en la profundidad del sentimiento. Todo se pierde con el tiempo, porque el olvido... el olvido, la sombra capaz de cubrir el camino; pero el amor crea hitos cuya señal tiende a traspasar las puertas de la realidad.

Hoy, ante la adversidad me consuela su recuerdo que está lleno de afectos, de aroma sutil, de miradas, de rutilantes impresiones: Nostalgias de un esplendor de cariño.

(Pedir amistad es demasiado cuando se ama).

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