jueves, 31 de mayo de 2012

Mis bienes y mi última voluntad

Se acaba mayo. El mes de las flores a María este año no estuvo a su altura, a lo que esperaba de él. Entonces, y por si junio viene parecido, y julio, y agosto, y... Mejor dejo las cosas claras y por escrito.

Cuando escribo no me atormenta la idea de mentir. Y sé que el que escribe no debe tener miedo de llevar al papel sentimientos donde destacar elementos tal vez vistos solo por sus ojos pero que jura ser la realidad. Hoy, 31 de mayo de 2012, quiero hacer mi declaración jurada de bienes y adelantar mi última voluntad. Para empezar, debo decir que tengo madreñes, coche y una bicicleta tan destartalada como yo. También una casa. Que nadie crea que soy rico por estos bienes, a los que añado muebles y otros enseres, además de libros, un equipo de música y un ordenador que me ordena. Lo cierto es que soy rico por lo siguiente:

-Por la inmensa suerte que tuve al conocer a Carmen, la que hoy sigue siendo mi esposa y me regaló dos hijas a las que adoro: Patricia y Kristel.
-Por la lealtad de mi mascota, mi confidente amiga, que por más de una vida no ha dejado ni un instante de mover su cola en señal de alegría por mi presencia.
-Por los amigos que comparten conmigo café y "truc" los domingos; también alegrías, tristezas, utopías y sobre todo, porque me quieren a pesar de conocerme.
-Porque duermo sin dolor de conciencia y mis insomnios solo son provocados por alegrías y no por miserias.
-Porque disfruto la compañía de mi amigo Eugenio, sus sabios consejos que me niego a sacrificar por nada.
-Porque en mi pedacito de cielo, donde todo comenzó, controlo mis ambiciones y soy incapaz de acometer de manera consciente acción alguna que pueda manchar el apellido que llevan mis hijas, el mismo que yo heredé de mis padres.
-Porque me gusta la vida de este pueblo, sus gentes, su cultura, su intolerancia a veces; porque será para mí un gran honor participar y estar en primera línea cuando decida su propio futuro.
-Porque cuando escribo me siento libre.

Después de tanta riqueza, ¿a qué más debo aspirar que no sea salud y fuerza para combatir el día? ¿Para qué bienes materiales si tengo paz de espíritu? En mi declaración jurada de bienes también quiero citar a quienes me advirtieron que al no ser de aquí no comprendería a su gente al no tener referentes para aquilatar el valor de su sensibilidad. Es cierto, no soy de aquí, soy asturiano y orgulloso de serlo, pero nada más lejos de la realidad, porque del saludo que recibo cada día de mis vecinos conozco su verdad. Así que, quien posea como yo activos de tan incalculable valor como una familia que le ama, amigos que le quieren y vecinos que le aprecian, puede ufanarse de tener una fortuna mayor que todos los activos del Banco Mundial.

He aquí las razones por las cuales proclamo que soy millonario en afectos, que soy feliz, que lo sé, y que mi última voluntad es morir donde todo comenzó, en mi pedacito de cielo, cuando llegue el día. O cuando a la María, en un descuido de eterna enamorada, se le olvide que vivo pendiendo de un hilo y me suelte, que también puedo irme sin haberme ido.

Para finalizar esta declaración jurada de bienes, le queda como anillo al dedo el poeta Pablo Neruda: "Confieso que he vivido". No tengo más que decir.

2 comentarios:

  1. VIAJEROS DE LA VIDA

    Todo es andar en el mundo,
    buscando dejar de andar.
    La vida anda y desanda
    en nuestro duro bregar.
    Siempre vamos y venimos,
    pues el ir trae venir,
    con torvo presentimiento
    sin daber adonde ir.
    Viajeros de la vída,
    de un triste preregrinar;
    almas que buscan sosiego,
    donde poder descansar.
    Camino y encrucijada,
    víctimas del bien y del mal.
    Buscamos un grito mudo,
    en nuestra vida mortal.
    Polichinelas sin tino,
    de trágico naufragar.
    Sin encontrar arrecifes,
    ni puerto donde varar.
    Mas, ¡ay!, que la vida enseña,
    lección de engaño y azar.
    Todo es andar en el mundo,
    buscando dejar de andar.

    "Enrique Perpiña Artal"
    Por mucho tiempo viviendo en la gran ciudad, no pudo dejar de olvidar el pueblo que le vio nacer.

    ResponderEliminar
  2. La vida en un pueblo en nada se parece a la gran ciudad.

    Salud.

    ResponderEliminar