domingo, 8 de abril de 2012

Una Dama en su Poesía

Cuando el sol se encontraba a la máxima altura sobre el horizonte, y la esencia del azahar aún negaba su fragancia, el elemento fuego no permitía el vaivén de los sueños. En esa circunstancia de infausta fantasía, nacía una virtud: una mujer de ojos brillantes y bendita sonrisa que más tarde sería admirada no solo por la coqueta expresión de una malicia anodina, sino por el mensaje sutil emanado de un alma limpia y tierna.

El tiempo llevó a la niña por su camino el desarrollo, de la humildad y la belleza, típico en las mujeres de inmenso corazón, hasta que llego un día que su alma sintió un descuidado estremecimiento... Nunca antes había experimentado tan romántica sensación; frente a ella, como un halo de colores inexplicables, un hombre la miró dejando escapar una sencilla y armoniosa simpatía. Y aquella aprendiz de mujer guardo como un tesoro el encuentro mágico que nunca más la abandonaría. Las incertidumbres, los sueños, las pasiones, las tristezas, las congojas, y todas las muecas de la vida sirvieron para hacer de aquella niña una mujer... Una mujer en cuyo corazón se ocultaba una joya de amor en bruto incapaz de mostrarla a nadie sin un sentimiento de amor comprometido que lo avalara. Pero dicen que el amor es caprichoso y tiene sus recovecos, entonces, un día, acaso empujada por el viento y bañada por el encanto de una primera vez, encontró el verbo de aquél a quien un día había señalado como objetivo de su amor. Besó sus labios y se dejó estrechar entre sus brazos a la vez que un manojo de nuevas sensaciones le arrebataba la tranquilidad soñadora bajo la luna de un embrujo pasional. El silencio fue testigo de la fusión de un amor de ensueños plenos; de un amor de delicada fragancia en permanente ebullición. Y después de muchos abrazos y consentidos besos, el fruto del amor prendió en sus entrañas. Y  aparecieron en su vida renovadas esperanzas. Era una felicidad inexplicable e increíble para ella porque los dos corazones unidos tocaron el cielo. Algo insólito.

Pero aquel hombre al cual ella amaba con todas sus fuerzas, en las oscuras y peligrosas bajadas y escabrosas subidas de su cuerpo, en el recorrido de la sangre por sus venas el fuego bullía... Detrás de su mirada de enamorado tan siquiera se podía imaginar lo que estaba ocurriendo... en una noche infernal, con malditos repicares de tambores, las circunstancias hicieron recluir para siempre a una mujer enamorada, a una madre de ojos tristes y mirada perdida en un mar sin horizonte. Los sueños y sus aromas románticos se detuvieron en el tiempo, el tiempo. Pero el tiempo no es eterno. Y las razones que un día se llevaron la esperanza más hermosa de aquella mujer de ojos brillantes y bendita sonrisa camino del silencio por laberintos de una vida nunca deseada, encontraron un motivo para vivir: el inesperado brazo de una nueva realidad. Y por el camino que recorre el sol, más allá del dolor del alma, descubrió con su luz natural una nueva esperanza. Pernoctó más allá del nacimiento del pasado junto a un relato de viejas experiencias, y el amanecer de un nuevo día, se recostó confiada en el horizonte, alejada ya de un amor inconcluso. Y volvió a la vida, a caminar por nuevos caminos, a entregar besos de amor. Caricias de la vida casi olvidadas. Y resucitó en ella, en un espacio abstracto, las emociones y los sentimientos de nuevas sensaciones. Y apareció de nuevo el amor en su vida. Así fue como nació una nueva aventura en su vida que se consolidaría con la estética de los ensueños en lo más profundo de un corazón que aún le queda mucho amor que regalar. Y donde antes había páginas en blanco caladas con lágrimas de llanto y angustia, ahora brotaban flores de delicadas fragancias capaces de encandilar al más recio caminante... Y aquella mujer, después de tantos años de insomnios, pesadillas y esperanzas entregadas, en un nuevo amanecer, se encontró ante lo que había sido el todo de su vida y recibió el suspiro tierno del amor en un mar en calma, sin oleajes ni inquietudes. Y en el atardecer de un día de primavera, aún con la humedad de piscis, una mujer se convirtió en una Dama. Una Dama con su propia poesía que encontró un beso con el mágico poder de despertar el ensueño diamantino extraviado a través de los años. Y un paisaje semioculto apareció de nuevo en su vida. Un bendito amor de primavera. 

Soy tu amigo del alma el que te dice que la eternidad es solo el horizonte detrás de las montañas donde se fusiona la aurora con el alba para que salga el sol y amanezca un nuevo día. Hoy, Domingo de Resurrección, un milagro para creer, otro se ha hecho realidad... ¡Vive!, la felicidad te espera, corre hacia ella... no te entretengas. Tu destino es el Amor y la Santa Poesía.

1 comentario:

  1. Mi destino era en verdad la poesía y en un paréntesis supo quedar, ahora vivo el Amor que comienza en un vértice y acaba en otro y vuelve a nacer en esas décimas de rosario que reza la rutina. Quizás el paréntesis no vuelva a cerrarse y queden unos versos callados en el entramado de mi alma buscando un sentimiento nuevo, algo más que el Amor, más poderoso, u otra forma, otra no vivida de este verbo. O...pudiera ser que no sea un paréntesis y sean comillas y todo esto sea Poesía en definitiva, lo sea.

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