lunes, 16 de abril de 2012

Tú, que aún me lees

Me lo dijo un viejo que conocí con mil años de experiencia, algún que otro libro y una vida que no acierto a definir: "Nuestro problema no son los muertos, sino los vivos; experiencias que vivir, poesía que soñar y mucho amor que consagrar".

Ahora que muchos regresan de sus ocios penitentes y se recuperan de sus excesos, uno se siente incapaz de volver la vista atrás y digerir tanto dolor de ausencia. Tal vez por eso sea hoy un buen momento para contarnos algunas verdades a la cara, aquí y ahora, a nosotros que nos sobran palabras y nos faltan ejemplos. Sin la experiencia ni la sabiduría del viejo antes citado, cuando las palabras enmudecen por el llanto, tengo el convencimiento de que aquí la vida es una fiesta cuyo único drama es no ser invitado a ella.

Ahora que anda la santa poesía ejecutando el mandato del poeta Ángel con el amor, te sugiero que le hagas caso a la razón. Y contigo renovada, no me queda más que agradecerte emocionado que me sigas leyendo, y desearte toda la felicidad y el calor humano que la vida te debe. Pero al mismo tiempo, cuánto duele que te sientas después de todo, aún preocupada por el descaro de algunos que te suponían muerta por tantos años de reclusión. Créeme, llegado el caso, no tendrían el coraje suficiente para reconocer que tú, además de perder la vida en una noche aciaga, te tenías que morir. Te aseguro que quienes desearon tu muerte están manchados de sangre e irrespeto.

Valoraba responsablemente, aún considerando las dramáticas circunstancias que te condicionaban, que no llevaras el camino correcto a mi entender. Ahora que has vuelto la vida, quiero que ahogues tu reclusión para siempre en el olvido y que vivas de nuevo la alegría. Así que ahora es la hora de bailar en la fiesta de la vida al son de las melodías más hermosas y que se te vayan arrimando las buenas prácticas del poeta Ángel. Ser feliz es un derecho, no es una opción.

Creo que todo está dicho, pero seguiremos con el tema si tú quieres, con la vida y nuestras cosas. Hoy alzaré mi copa de vino y brindaré por ti con mis mejores deseos. El café lo tomaremos otro día, cuando tú quieras. (Gracias por leerme).

2 comentarios:

  1. Y leeré en la borra sepultada en la taza, las historias no contadas entre un verso del sur y otro del norte.

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