martes, 3 de abril de 2012

Síndrome de Estocolmo

Ayer fui a Valencia. No me explico por qué tengo que ir yo a Valencia. Qué perdería yo en Valencia ¿? Paso meses sin ir, y ahora voy cada medios días. Estoy agotado. Y mi mascota triste de morir. Fue llegar a casa y tirarse a mí tiritando como si hubieran entrado a robar. O llamara el cartero. Uy, no, es más fácil que entren a robar que llame el cartero. En fin, el caso es que nos fuimos bien de mañana y dejamos la ventana abierta para que ventilase la casa y entró un pájaro y no supo salir. El pobre empezó a revoltear por la habitación y darse golpes contra la puerta sin control; las cortinas estaban echadas y no encontró la salida. Así mi mascota valiente cuando llegué estaba a punto de dar en loco. Pobre pájaro, estaba asustado. Lo cogí y lo acaricié para tranquilizarlo, le di de beber y comer, y luego lo asomé a la ventana para que saliera al mundo libre. Lo curioso fue que no quería volar; lo tiraba al aire pero volvía a la ventana. El pájaro no quería irse. Entonces recordé la experiencia de una mujer maltratada. A todo nos acostumbramos. El pájaro encontró el alimento fácil y no quería irse. Y la mujer maltratada no acumulaba el valor necesario para irse de casa a pesar de los malos tratos. Parece que nos cuesta cambiar de vida... Tenemos miedo a la libertad ¡hay que joderse!. Si nos dan a elegir siempre aire libre. Y si no... Ay... (Afuera siempre hay vida).

4 comentarios:

  1. Mira que te gusta viajar.... y la semana que viene toda semana de Pascua, al secadero con la mona y el choclate y a cantar la tarara.
    Que bonito el Pais Valencia

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  2. Iría de buena gana a tu bendita tierra andaluza, pero llueve. Rajoy es muy rencoroso.

    Salud.

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  3. Si por lo menos disfrutas de tanto ajetreo...

    Mark de Zabaleta

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  4. No. Tiendas y tiendas y más tiendas. Lo único bueno, que luego me invitan a un bocadillo de calamares en los Toneles.

    Salud.

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