sábado, 14 de abril de 2012

El sentimiento del 14 de abril.

Un gobernante se debe a su pueblo. Las expectativas de los gobernados son vastas: educación, salud, trabajo, vivienda, estabilidad económica, políticas sociales y ambientales, seguridad ciudadana. Estado del bienestar. Pero el gobernante vende bien sus mentiras y nunca hace caso, y el pueblo sufre en permanente conflicto. Triste el pueblo que no es atendido en sus necesidades primarias. Igual la felicidad que a veces proclamo haya pasado al capítulo de las utopías. Siento el día de hoy de manera especialmente sensible. Parece que las palabras me salen más realistas que la siempre literatura trasgresora. El mundo tiene nefastos gobernantes. Y el peor nos tuvo que tocar a nosotros. Ni permite cuestionarse su modo de administrar el poder. Siempre es saludable, y lo sé de fuentes bien informadas, que de cuando en vez conviene mirarse al espejo y echar la vista atrás y fijarse en las piedras del camino andado... Si fuésemos honrados, cada cual se pondría el merecido castigo por permitir que la clase dirigente de este país escampe a sus anchas. Hace mucho tiempo que este país ha dejado de ser un paraíso en todos los sentidos. Paraíso donde se conjuga lo armónico con el gozo de vivir. En cualquier caso, hay que dejar atrás los egoísmos, ilusionarse por salvarlo e ir más allá de los gobernantes y sus legislaciones: lo fundamental es tomar otras actitudes de vida. Se sabe que los recursos son escasos, que el erario está vacío, pero con imaginación igual se pudiera hacer algo más que seguir el dictado de Alemania. España se muere de hambre y justicia y tal parece que el gobierno no se entera. El FMI pide más recortes, pero la prensa económica internacional dice que ése no es el camino. Y culpa a Alemania de las desgracias de una España sin rumbo. Volvamos a la palabra dada. A la verdad, vanidad. No en vano, donde la conciencia no existe, por mucha ciencia que se injerte, el espíritu se para. Este país necesita avivar esa conciencia colectiva como manera de pensar y actuar solidariamente, y no solitariamente, "Un corazón solitario no es un corazón", don Antonio Machado. Por ello, más pronto que tarde convendría poner en valor el sentimiento del 14 de abril. Devolver la democracia del pueblo. Los gobernantes de este país tendrán que poner más empeño en sus quehaceres y darles sabor de esperanza a la vida de un pueblo perdido en sus necesidades. Al fin, caer en la desesperanza es el peor de los males, prolonga el tormento y prologa la desesperación. Este no es el camino, señor Rajoy, los recortes nos llevan directo al abismo, déjese de seguir el dictado de Alemania y atienda a su pueblo y sus necesidades. Y no olvide que el pueblo nunca es culpable.

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