jueves, 1 de marzo de 2012

La chica de ayer

Ayer tarde, al salir a pasear con mi mascota (a Dios gracias estaba ella), había una chica hurgando en mi puerta. La sorpresa fue mayúscula. Digo puerta pero no era la de casa, exactamente era la puerta del contador de la luz... (A mí me gusta defenderme en términos de la realidad, la verdad que ocurre a diario, y creí que aquella chica quería asesinarme). El caso es que ahora pasan el recibo de la luz cada dos meses y llevaba yo unos días con la mosca detrás de la oreja. Y claro, lo que tenía que ocurrir... -"Hija mía, por la María te lo pido, mírame bien esos números... si quieres te presto mis gafas; están sin estrenar", le dije. -"No se preocupe, señor, veo bien. Perdone si le asusté", me contestó. Y lo uno llevó a lo otro y nos echamos una amena parrafada. Era de Almería y trabajaba para pagarse los estudios en Valencia. Quise invitarla a café pero tenía prisa... Una chica estupenda. Y enseguida se fue con una alegre sonrisa en los labios. Una cosa digo: hacia al exterior, cuesta igual una sonrisa que una pena. Entonces, yo me quedo con la sonrisa alegre de la chica de ayer y la pena que se la quede Iberdrola. Cueste lo que cueste.

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