viernes, 2 de marzo de 2012

¡Al fin en casa!

¡Respeto, oiga, respeto al derecho ajeno!

¿Acaso la ignorancia es ciega? ¿Qué? 

Se lo cree, y entonces, pareciere que, al creérselo, considera que nos tenemos que debilitar ante él, pero su mente también se deteriora, y su vida se apaga. Y la muerte lo sabe. Lo sabemos todos. ¡Estúpido!

¡Paren ese ruido!

De nuevo vencido vuelvo a casa... a casa. Estoy en casa.

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