viernes, 27 de enero de 2012

Una lata de rutina

Hacer del día una rutina no es bueno. A pesar de todo es lo que hacemos. Vivimos embutidos en una cotidianidad que más que nada es una pena de vida. ¿Tendremos que vivir así porque sí? Es una pena vivir un día igual al otro. Es la modernidad, son las obligaciones que nos creamos, es la vida laboral que nos obliga. Una lata de rutina. Y luego llega el domingo y estamos desubicados, por mucha esperanza que le pongamos durante la semana no sabemos divertirnos ni divertir a los demás colindantes porque estamos robotizados. Siempre igual o parecido. Sin querer vamos dejando atrás el verdadero sentido de la vida (amor) pasando de puntillas por las cosas buenas que tiene o lo cambiamos por una rutina que no sabemos a dónde nos llevará. Así empiezan los silencios. Nada nos consuela porque estamos ocupados en nuestros asuntos fundamentales. Entonces, llega un día que sin darnos cuenta alguien nos dice: "Con lo bueno que era". Entonces estás muerto. Resumiendo: "Vivimos al día y no el día". Por suerte, lo aquí expuesto tiene solución, porque ha sido descubierto por la comunidad científica un fármaco que te llena de felicidad, incluso te cambia el carácter y te vuelve más simpático que los presentadores de los telediarios y la crisis. (Puntos suspensivos).

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