lunes, 16 de enero de 2012

Sabor a mí

"Tanto tiempo disfrutamos de este amor, nuestras almas se acercaron tanto así, que yo guardo tu calor, pero tú llevas también sabor a mí. Si negaras mi presencia en tu vivir bastaría con abrazarte y conversar, tanta vida yo te di, que por fuerza llevas ya sabor a mí. No pretendo ser tu dueño, no soy nada, yo no tengo vanidad, de mi vida doy lo bueno, soy tan pobre, qué otra cosa puedo dar. Pasarán más de mil años, muchos más, yo no se si tenga amor la eternidad, pero allá tal como aquí, en la boca llevarás sabor a mí". Álvaro Carrillo.

Tenemos que huir del mal amor. Estoy convencido. El mal amor es un verdadero problema porque solo persigue un interés mercantil. El mal amor, ése mal amor, no es el amor que yo quiero para nosotros. Lo que yo quiero y te ofrezco es otro amor... Otro amor... Bendito amor... Éste buen amor... Desinteresado amor que necesita estar dispuesto a entregarse a unos sentimientos sin importarle los porcientos. Porque estoy harto de oír que atravesamos tiempos difíciles, que hay riesgo permanente de crisis y graves consecuencias de seguir siendo lo que éramos... no. Si nuestro compromiso no opta definitivamente por el amor como única meta, por la santa poesía, por enamorar a la vida, por incluir y no excluir, por fortalecer el pensamiento, por un punto de partida, por la madre amistad, por ilusionar, "emocionar", por arrancar una risa, sería un proceso cruel de desamor. (Imagíname como soy y no como te gustaría que fuera).

No hay comentarios:

Publicar un comentario