viernes, 16 de diciembre de 2011

Los populares

Una amiga, así firma un correo electrónico de los cientos que me envían y acabo de abrir. Es una lata tener que abrir tanto e-mail cada mañana. Ay, supongo que es el precio que tenemos que pagar los populares. Los populares estamos de moda. Somos omnipresentes. Somos la hostia los populares. Una amiga me dice en su e-mail: "Todos estamos hechos del mismo barro, pero no del mismo molde".

Cuando nos dejamos dominar por el ego, es decir, cuando hacemos solo lo que deseamos y no lo que es justo, lo correcto, nos distanciamos de la realidad. Al contrario, cuando tenemos los pies en el suelo y actuamos en consecuencia, cuando respetamos al colindante ciudadano, cuando no prejuzgamos ni salimos misericordiosos a la calle, es entonces cuando vemos la eficacia de reflexionar sobre la necesidad de escuchar las voces que se alzan en cualquier esquina. Vivimos en una sociedad donde se habla mucho y se escucha poco, eso quizás explica porqué a pesar de que hace tiempo venimos discutiendo propuestas de solución a los problemas, seguimos sumergidos en los mismos. El gobierno no escucha, lo que a la vez va creando una perniciosa actitud de apatía en la gente que entiende que no vale la pena posicionarse sobre los temas que les atañen porque de todas formas no serán tomados en cuenta. (Sociedad durmiente).

Cuando los que ejercen una función de liderazgo no escuchan el sentir de su pueblo, seguro no van a llenar las expectativas creadas y terminarán generando frustración. El caudillismo que caracteriza a los populares deja su impronta en nuestras relaciones de poder llegando al extremo de pensar que la expresión más sublime de la democracia es la elección por sufragio universal. Y lo es, la mayoría democrática salida de las urnas es un poder soberano que dota a quien lo detenta de la facultad de actuar... de espaldas al pueblo que lo eligió bajo el pretexto de que el poder es para ejercerlo ¿? olvidándose que lo importante es ejercerlo en sintonía con las benditas necesidades de los que se lo otorgan. (La sociedad clama agua en el desierto).

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