lunes, 19 de diciembre de 2011

Al amor de otra manera

A las que sufren dolor infinito por miedo preguntarse si son "esa", (procede, porque María, la Magdalena, nunca se lamenta). A esas amantes del amor. A las que aman en silencio. A las que aún conservan sueños, utopías, esperanzas e ilusiones. A esas otras enamoradas... Al amor de otra manera. A esa otra santa poesía. ¿De dónde viene el sonido de esa poesía? ¿Dónde se asienta su voz, su música? ¿Dónde hizo ósculo de primavera, tormento y mordedura de amor? ¿Dónde ese amor? ¿Cómo aproximase a él sin llegar, sin estar estando? ¿Cómo late un corazón al que un verso le robó la alegría? ¿Cómo conquistar un amor entregado, una mirada y su fulgor? ¿Cómo decir sin decir? ¿Cómo decir sí, "sí quiero"? ¿Cómo? Como unos labios que ya no besan, ya no, no, ya no besan. Como que muerde y grita el amor. Como que es cierto y bendito amor: lo es. Como que es amor... prohibido amor. Como que es otra clase de amor. De alguna realidad nació una de las frases más machistas de la historia: "Detrás todo hombre hay una gran mujer". Y la otra... es decir, "esa", la que Quintero, León y Quiroga inmortalizaron en la copla de la Piquer: "La que no tiene nombre, la que a nadie le interesa, la perdición de los hombres. La que miente cuando besa". (Ya, sí, soy yo... yo soy "esa").
 
Tú:
Me das tu luz.
Me das tu pan.
Me das tu agua.
Me das tu sonrisa.
Me das tu mirada.
Me das tu silencio.
Me das tu amor.
Me das tu santa poesía.
Me das... tregua.

Y a él, ¿qué le das?
¿Le das lo que a mí?
¿Le das tus brisas húmedas?
¿Le das tus ansias blancas?
¿Le das tus nervios puros?
¿Le das tus taquicardias?
¿Le das amor?
A él, al "otro".

El cielo escampa y asoma un manojo de promesas del que se desprende un jazmín con tu nombre... ¿Es el jazmín con el que me amas los sábados?

Uno,
dos,
tres,
cuatro,
cinco,
seis,
sábado:
Me das cuanto te pido... Me das y no te doy.

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