domingo, 20 de noviembre de 2011

Una amiga y el cura de mi pueblo

Una amiga me dice que cuando va a misa el sermón que el cura interpreta del relato sencillo que es la parábola, le acierta de pleno con sus sentires, y que no puede ser por casualidad. Quiero decirte mi amiga, que será o no por casualidad pero fijo que no es milagro. La palabra, si se entiende es poesía que hace diana en los adentros: Si dice amor como si no. No es muy difícil que tú, verdadera, te identifiques con las palabras que el cura moldea según las circunstancias que vivimos. Los asuntos de cada cual no van bien. Corren malos tiempos para las finanzas, y acertar con las necesidades que sufrimos no es nada difícil. Todos pasamos por los mismos contratiempos, y donde se negocian los asuntos del país está cerrado temporalmente. Los señores que dicen acerca del rumbo que debemos tomar, como buenos exploradores, han hecho una avanzadilla por si un aquel y no han vuelto. Quienes debieran estar no están, y peor aún, se han ido sin exponer encima de la mesa nada concreto. Mi amiga, tú, yo, el país está carente de ilusiones, y así es bien fácil predecir el futuro o identificarse con las benditas necesidades del alma. Se nos ve venir desde bien lejos. Mi amiga, ten fe, pero no te fíes, y menos de la iglesia de Roma que ahora tiene una agenda de asuntos inaplazables. Y llevarlos a cabo sin la ayuda de Dios les va a costar.

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