martes, 8 de noviembre de 2011

Química

Decir que el transportista exprés aún no apareció con el paquete de embutidos caseros que me envió mi suegra. Me temo que los embutidos no pasarán el control de sanidad. Allá él, se está jugando el ministerio de trasportes. Y peor aún, que le coja mi suegra y le explique como se entrega un paquete en tiempo y forma.

Entre un sin fin de acepciones acerca de la Química dice la RAE: "Relación de peculiar entendimiento o compenetración que se establece entre dos o más personas". Entonces, pienso en la falta de química del transportista con mi suegra, y también en las relaciones humanas. Nos falta química. Nos falta empatía. Podía hablar de Química como la ciencia que estudia la naturaleza, las propiedades de los cuerpos simples, y la acción molecular de los mismos, unos sobre otros con las combinaciones debidas a dichas acciones. Y pienso que si lo asociamos al sexo tienen elementos comunes: "unos sobre otros con las combinaciones debidas a dichas acciones". Total: El santo fornicio. Pero no, hoy no tengo el cuerpo para sexo. Y eso que la empatía y la afinidad entre dos o más personas son sinónimos de química. Ay, hablo sexo, quiero hablar de amor amar, de la química en el amor... Pero el asunto del transportista me obnubila los sentidos. No y no, no puedo concentrarme, una especie de ira de la mala combinada con mis instintos más salvajes me impide pensar. En mi estado de ánimo actual no puedo por más que mantener química solo en dos elementos que me permiten mantenerme vivo: la creatividad y la disposición a conjugar el verbo amar con la palabra entre naranjos. Nada de química, y menos de sexo.

2 comentarios:

  1. La próxima vez que te mande el "gochu" vivo, y si eso ya por el camino lo engorda el transportista...

    Susa

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  2. Es una buena idea, pero no se le ocurrió a mi suegra. Beso.

    Salud.

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