lunes, 28 de noviembre de 2011

Fariseísmo

Ayer, paseando por la calle con mi mascota (ay), oí decir: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, basta que lo digas de palabra". Entonces miré hacia los lados; miré arriba y miré abajo, y no había nadie. ¿Acaso era yo ese señor? Y pensé en una amiga que va a misa a pedir perdón por los pecados que no tiene. Y pensé en mi esposa y la misa de a diez euros que tiene programada para el día treinta. Y pensé que yo soy más barato.

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