viernes, 11 de noviembre de 2011

El adiós de un corazón

Bosque, Ángel González

Cruzas por el crepúsculo.
El aire
tienes que separarlo casi con las manos
de tan denso, de tan impenetrable.
Andas. No dejan huellas
tus pies. Cientos de árboles
contienen el aliento sobre tu
cabeza. Un pájaro no sabe
que estás allí, y lanza su silbido
largo al otro lado del paisaje.
El mundo cambia de color: es como el eco
del mundo. Eco distante
que tú estremeces, traspasando
las últimas fronteras de la tarde.

El desamor a veces es un descuido, un intersticio del crepúsculo. Entreveros de la melancolía de los sin suerte. Brechas perdidas del tiempo vital que se va de entre las manos. Ecos huérfanos, no reconocidos por el sonido de un mar y sus brisas, ni la intemperie de la noche desvelada. Temblores dormidos entre el dejar hacer y el pasar por la realidad que convierte los sentires imposibles en amores. Amor fugado de la lógica, la serenidad, la voluntad y el razonamiento. Amor del amor huido. El espacio vacío, la ventana donde lanza el silbido largo al otro lado del bosque. (Eco distante que tú estremeces, traspasando las últimas fronteras de la tarde). Santa Poesía: El adiós de un corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario