domingo, 2 de octubre de 2011

Resurrección

Acudo a este confesionario, que es tan real como virtual para apaciguar mi dolor, mi tristeza y mi hastío, y el malestar que no puedo a definir pero me espanta. Quiero describirlo y se escapa a mi capacidad de comprensión. Flota más allá de lo inteligible de mis palabras. ¿Por qué tendré la necesidad de explicar algo que no puedo...? ¿Será que lo entiendo necesario para comprender...? Cómo me gustaría dejar de preguntarme tantos por qué... de expresar mi malestar y dejar de pensar siempre en lo mismo... ¡Miserable!. ¿Me llegará la serenidad que tanto necesito? Parece que hoy me tranquiliza escribir, expresar mi dolor, el amor que creí. Tengo que vivir, recuperar mi vida, el tiempo. Qué engaño... lo único bueno fue decirme "¡muérete!" al irse. Me dejó desolada... y una puerta a la vida. Ha pasado el tiempo y no siento nada, ni un recuerdo, ni una lágrima por él... Esta situación aún me confunde. Supongo que estaba enamorada, ¿cómo el amor? Con él sentía un estado de sumisión que no sabría explicar. Nada me producía interés y caía permanente en un adormecimiento enfermizo. Era levantarme cada mañana y sentirme naufragar en su mar; sentir que mi cuerpo se aletargaba en su profundidad sin poder salir a la luz. Tan siquiera para sentirme inferior... Sus desprecios, sus insultos... aún oigo aquellos gritos. Me anulaba completamente. Sereno, tranquilo, seguro de sí mismo... era capaz de confiar en él, de sujetarme a su voluntad cuando la inseguridad se apoderaba de mí... Solo era algo ante en la oscuridad del silencio. Él solo era violento conmigo. Sociedad ausente, durmiente; sociedad machista. Me duele el alma por todo lo que le di, lo que perdí. Volver a empezar, a nacer quizá. Dar un vuelco a mi vida, dejar de lado el pasado. Mirar de frente al futuro. (No consentiré que nadie me recuerde quién fui).

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