viernes, 23 de septiembre de 2011

Vuelvo al dolor, a un beso y al olvido

La Violencia de Género que huele a muerte se ha apoderado de nuestro espacio vital y ya son cuarenta y cinco las Mujeres Eternas asesinadas en nombre del amor ¿? Los informativos lo confirman. Cargados de un morbo irracional y mezquino, convertimos las noticias diarias en siniestros espectáculos de sangre. Es una situación de emergencia insostenible. Es el horror que alimenta la muerte. El asunto se nos ha ido de las manos. Vamos desterrando principios fundamentales en nuestra educación sin darle la menor importancia. Es la vida que se olvida en el momento mismo de conocer la muerte. Somos ciudadanos sin conciencia ciudadana, sin valores y sin interés critico. Ajenos a nuestra realidad, heridos en nuestra autoestima y sin capacidad para entender nuestra función en la sociedad, triviales, somos incapaces de darle solución a una situación que no es vida ni nada que se le parezca. Una sombra de luto arropa nuestro entorno soñado que se ha ido degradando ante nuestras narices estupefacientes. (Paso palabra). Las autoridades descuidan sus responsabilidades y la sociedad que se las debiera recordar no vino ni se la espera. Sociedad durmiente que se ha olvidado de sus obligaciones primarias. ¿Qué, sino de la vida de una mujer estamos hablando? Educación fallida desde el inicio mismo de la adolescencia. Satisfechos de nuestra suerte vivimos indiferentes como si no pasara nada. Residimos en un mundo cada vez más convulso y cuya maldad se ha expandido hasta donde nunca antes podíamos imaginar... Estas son nuestras culpas en el peor de los escenarios posibles, damas y caballeros. No somos nada. Y ese nada que somos nos hace moralmente vulnerables y éticamente miserables.

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