sábado, 17 de septiembre de 2011

¡Qué poco hemos avanzado!.

El universo no se detiene, cada vez se aleja más de la Tierra, y cuanto más se aleja, más rápido lo hace y más nos aleja de las estrellas. Así los avances científicos y tecnológicos, tampoco se detienen, pero es un proceso que, al contrario de la Tierra y las estrellas, paradójicamente, coexiste con las grandes carencias de la humanidad de manera sempiterna. Todo va muy rápido, no nos da tiempo a comprender la realidad de las cosas... Qué complicado es todo y qué poco sabemos... Qué poco hemos vivido. Debiéramos priorizar, ahora que estamos a tiempo, mucho más otros aprecios como entendernos además de comprendernos. La convivencia sin exclusiones. La dignidad humana no está previsto recuperarla a corto plazo. Apenas conocemos fronteras entre naciones, pero sí las  impuestas por las grandes poderes que, sin alma, no tienen otra obsesión que la de acrecentar su patrimonio a la vez que desmembrar la sociedad. Desde luego esta manera de vivir se hace insostenible e insoportable. No es la que soñamos, la de afectos con efectos, la de amor amar santa poesía: es evidente. Grave confusión esta de afanarse simplemente por dinero. El futuro no está en la economía, sino en aprender a convivir en la solidaridad... La crisis económica que padecemos consecuencia de la avaricia es un invento de los ricos para hacerse aún más ricos y empobrecer aún más a los pobres, y, así, poder dominarles y explotarles a su antojo. Con mucho sudor y muchas lágrimas, así el pueblo no puede avanzar. Entonces, es tiempo de cambiar de aires y de imprimir un nuevo paradigma a la sociedad. Desde luego yo no sé qué hacer, pero sea lo que sea debe hacerse por amor. Porque cuando hay dinero por el medio, es muy difícil ser moralmente libres y éticamente humanos. Se hace necesario el cambio: nada por dinero y la explotación, todo por amor, todo por el ser humano... La apuesta bien vale un desvelo. Una novela, una obra maestra de la literatura universal que está basada en hechos reales, nos habla de la penosa existencia de Jean Valjean, cuando por haber robado pan, siendo muy joven, fue condenado a veinte años de prisión. Hablo de "Los Miserables" de Víctor Hugo. ¡Qué poco hemos avanzado!.

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