lunes, 5 de septiembre de 2011

Que hable él

Una mañana despiertas y descubres que amaneció, ¡carajo, esto es cosa del demonio que anda buscando cómplices menos anquilosados y ruinosos que yo para la vida!. Pues no, que amanece todos los días, así que no es necesario echarle imaginación al asunto por muy escabroso que este sea. Como dijo Facundo Cabral: "Cómo es posible no ser feliz en tan bello planeta, en esta vida que es toda una fiesta". Esa sí que es una buena pregunta, y no la tuya (con perdón): "si soy consciente de que para ser realmente joven es necesario vivir muchos años antes". Vivir muchos años antes para ser realmente joven me interesa, pero no para ser eternamente joven, sino para vivir el día emocionado. Que de viejo, aún no pierdo la ocasión de emocionarme. Es más, llevo en la cartera la sonrisa alegre de un bebé por si un aquel, y al salir de casa, me encuentro con la vecina amargada. Ya sabes, un día te hablé de ella, la que canta constantemente aquella milonga popular: "desde que se fue, nunca más volvió...". La vecina que vive amargada desde el día que Luís, el amor de su vida, fue a comprar una cajetilla de Celtas al estanco y no volvió. Ella dice que lo raptaron, pero inocente, no sabe que había otra en su vida (esto sí me salió milonguero). Escucha: Daría lo que no tengo por volver, sin embargo, aquí los "anónimos" (que no ahí) son de fiar y me emocionan. Ayer, sin ir más allá en el tiempo, escribí un artículo muy interesante sobre la recesión económica mundial (te recomiendo su lectura), y una respuesta anónima me emocionó: "gracias por hacerme sonreír", me dijo. Yo, acostumbrado a los anónimos de desánimo, precisamente anónimos de quien, por conocido, solamente debiera animarme para no desfallecer en aquellos malos momentos (que bien sabía que eran momentos muy jodidos para mí), llegué a pensar que era lo único que merecía después de tantos años de entrega... pero no. Que hable él. (Gracias a usted, señor anónimo. No se puede imaginar el bien que me hizo su respuesta de ayer).

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