¿Cómo se salva una sociedad durmiente que no apuesta por renovar sus esperanzas y solo se lamenta de su pobreza en una tasca de mala suerte? ¿Cómo se salva un país que no toma conciencia de sus verdaderas realidades? ¿Cómo se salva un pueblo indómito, apabullado por la superchería política de unos embusteros que no saben más que vocear y llenarse el bolsillo? ¿Cómo nos salvamos si ya el aire huele a azufre porque ha llegado el maligno y viene para quedarse? Aquí cada cual se ubica en el estrato social al que pertenece y a resistir... Aquí no se salva ni Dios. Y ya María, la Magdalena , le ha pedido el divorcio. Y por si fuera poco, está lloviendo la poca poesía que le quedaba a este país. Las calles están enfangadas de amor como si no pasara nada... Entonces, brindo por una mujer que además es una dama en su propia poesía, porque a fin de cuentas, ella, ha enterrado la poca inspiración que me quedaba con su despedida sin bienvenida. Dama enamorada de la poesía, ¿qué has hecho con la esperanza? Naufragio de amor, desamor, damnificados de una realidad que no eligieron. Este asunto quizá tuviera otra lectura pero sería más cruel y menos romántico... Cuando duele el desamor. Asustados por enseñarnos como somos en realidad, y escasos de oportunidades, preferimos morir que luchar por la esperanza... Y eso que aún noto como tu esencia me baña al caer el sol. Cuando tu ausencia tanto me dolía, más me duele tu silencio... quizá ya olvido. Irresponsable, al irte, ni siquiera me quedé con tu risa y tu mirada. En realidad el desamor es algo sin un después, sin más momentos y sin más allá. Es un dulce diabético. Es la locura. La tibieza de una caricia, un instante de ternura que no llega. Y no es que el desamor sea más fuerte que el amor, ni más intenso, es que el desamor es inmenso en sus defectos. Es destructivo. Pero como una tormenta en el mar más profundo que es apenas, el desamor se encausa cuando las vidas paralelas se juntan. (Ama y serás amada).
No hay comentarios:
Publicar un comentario