domingo, 11 de septiembre de 2011

La vida es un milagro

Ayer fui a misa, llevaba años sin ir. Desde luego que yo vaya a misa no es un milagro de la vida, es consecuencia del fallecimiento de la madre de un amigo. Naturalmente, de viejo, he enterrado a mucha gente querida y nunca entré en la iglesia, pero ayer sí. Tenía curiosidad, quizá necesidad, de saber si había cambiado el tratamiento del cura hacia sus feligreses. El cura, de buena fe, hacía como yo al escribir, empezaba por un tema y acababa con otro sin mucha relación, y también se perdía. Mezclaba los temas a tratar. Se diría que no estaba en su sano juicio. Hablaba de la madre de mi amigo con resignación y seguía por la visita que ayer hizo a la ermita de no sé dónde que estaba en fiestas. Dijo que la vida era maravillosa y que había que darle las gracias a Dios. La madre de mi amigo murió y estaba de cuerpo presente, quizá por voluntad de Dios. Entonces, si hay que darle las gracias a Dios por su infinita misericordia, que así sea. Me alegro de haber asistido a misa. Una experiencia más al cabo de los años a tener en cuenta por si un aquel. Vuelvo al cura para recordar un comentario que hizo de Santa Teresita (así la llamó en confianza), a una pregunta que le hicieron sobre lo que ella pensaba acerca de la muerte de Jesús respondió: "sobre la muerte de Jesús está todo dicho". (Si le tuviera confianza a ese cura le diría que no interprete, que lea simplemente. Es la única forma, y hablo por mí, de entender lo que dice. Que yo a Santa Teresita, con perdón, la entendí).

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