domingo, 4 de septiembre de 2011

Fugitivo de los halagos

"A uno lo toman por lo que escribe sin tener en cuenta que quien mantiene el hábito de la escritura vive muchas vidas en una sola. No hay que creerse al pie de la letra lo que se lee, ni fijar el retrato del autor en el trazo de sus palabras, pues cada escritor fabrica su personaje con mil caras distintas. Como los contratos llenos de trampas, el que escribe siempre esconde lo relevante en la letra pequeña, o lo muestra entre líneas. El escritor sólo abraza un ansia: el de trascender, la más absoluta de las vanidades. Se vive y se pervive en los renglones, aunque a veces se tuerzan; en las opiniones, aunque resulten obtusas. Si fuera escritor, me causaría urticaria que hablaran bien de mí: si quien escribe recibe halagos, lo más seguro es que ya esté muerto". Francisco García. (lne.es).

Así mi enfrentamiento con la muerte, que si me lleva que si no... Que no, como los besos al aire en días de tormenta. Mi relación con la palabra es imposible. Nadie habla bien de mí y la muerte ni se entera. No soy escritor, no me causo urticaria, no estoy muerto, ¿entonces? Un malentendido malintencionado... un mal de ojo... no sé. El caso es que estoy vivo sin razones aparentes. Y como si de un amor interrumpido se tratare, aparece ante mí una dama hermosa y me ofrece una flor robada con disimulo, y yo, un caballero, ante ella solo puedo decir: "Tu piel es mi mar, tu humedad es mi puerto, y yo solo soy un fugitivo de los halagos que encalló en tus besos". Así no puedo seguir... debo andar y no tengo camino. Y lo peor, no puedo explicarme.

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