martes, 20 de septiembre de 2011

El móvil inteligente de mi esposa

Mi esposa hizo una portabilidad de telefonía móvil. Yo no tengo móvil, no me interesa vivir sin intimidad. A veces elijo la soledad para llenar mis pulmones de aire puro, y mi alma de paz. Es necesario. Todos y todas, y aquí no valen paños calientes, necesitamos regalarnos de cuando en vez un tiempo en esta vorágine imposible que es lo cotidiano. Repito, hablo de la soledad por elección propia, no impuesta, la que uno elige porque sí, la que nada o nadie te impone ¿? Esa soledad tan necesaria que compartes con el silencio; que es tu intimidad, es hablar con tu dios, es nadar en un mar embravecido, es amor, es poesía, es llenarte la boca de fantasías, de utopías. En ese plan. Pues bien, ayer me propuse dedicar el día para disfrutar de un libro en la intimidad de mi hogar. Me apasiona sentarme en una vieja mecedora que compré en el rastro y al acomodarte parece que te trasmite vidas anteriores (uy), y dejarme llevar por la sabiduría de un libro. Eso solo se alcanza en la soledad por elección. Sin embargo, algo en mi interior me decía, quizá la mecedora, que no había elegido el día correcto para disfrutar de un libro en la intimidad de mi hogar. Porque apenas sentarme, aparece mi esposa con el libro de instrucciones del móvil para que le explicase cómo funcionaba. -Y yo qué se de móviles, le dije. -Pues aprende, me dijo. Y así empezó el intercambio de opiniones. -¿Has metido la tarjeta? -¿Me crees estúpida? -No, mi amor. -Pues al "loro", que ya he llamado... (y me soltó un largo etcétera de llamadas, incluida mi suegra. Mejor me entero cuando llegue la factura. Duele menos). -¿Me estás escuchando? -Sí. Pues entonces dime: aquí pone que es un móvil inteligente, ¿qué particularidad es esa, solo funciona cuando la conversación es interesante o qué? -Déjame ese librito... sí, está claro, es un teléfono inteligente, pero no sé a qué se refiere... Ay cariño, por favor, déjame disfrutar de este momento de soledad... Es un móvil muy bonito, vale, pero tiene demasiadas teclas para mí, ¿por qué no llamas a "Atención al cliente"? -Eso haré, muchas gracias por tu interés, sí, llamaré, pero... -Gracias, mi amor, a pesar del pero... y todo lo demás. Mi esposa no sabe que estos móviles son inteligentes, no porque seleccionan las llamadas o las conversaciones, que allá cada cual, sino porque no aceptan en su tarjeta de memoria los números de teléfono que no conviene guardar por razones varias, pero todas perjudiciales para la salud. El humano ser no es tan inteligente como se cree, según pasa el tiempo vamos acumulando en nuestra memoria los nombres de personas que pasaron por nuestra vida, incluso de soslayo, y eso no es bueno, eso es malo. Yo, de viejo, y más que yo, mi subconsciente, tiene la misma particularidad que el móvil inteligente de mi esposa, selecciona los nombres que a lo largo de mi vida me perjudicaron seriamente la salud y los olvida automáticamente. (Si por alguna razón mi subconsciente dejara de ejercer su selectiva función, tengo escrito, y firmado ante notario, que me compren un móvil inteligente como el de mi esposa... Prefiero perder mi intimidad que morir de pena).

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