miércoles, 10 de agosto de 2011

Un día más

Se apagan las luces y nos abrazan las tinieblas. Es el cine. Todos quedamos sumidos en la más profunda oscuridad. Una pantalla iluminada concentra toda nuestra atención. Durante dos horas, la realidad que se proyecta en la pantalla se viste con las cualidades de una vida diferente; una vida feliz. Es una realidad que se difumina en nuestra conciencia... Fin.

Esa misma noche, y ya en casa, apagaré las luces de mi habitación, cerraré los ojos e intentaré dormir, pero no podré, la otra realidad desapareció con el Fin de la película. El mundo al que pertenezco es otro y con otra realidad completamente distinta.

Efectivamente era ficción... Y ahora vuelvo a mi propia realidad. A la de estar triste y no saber por qué, porque estoy triste. Nada sé de la tristeza que me embarga. Me agota esta tristeza, esta realidad me ahoga. ¿Cómo me ha venido si yo estaba tan feliz...? ¿En qué consiste esta tristeza... este malestar...? ¿De dónde salió...? ¿Por qué así mi realidad...? Si no lo vi llegar y no tengo motivos para estar triste... No tengo conciencia. Con lo feliz yo que estaba después de contagiarme de aquella otra realidad, ahora, torpe, vuelvo a mi realidad de siempre y con ella el desánimo, la angustia, la pena, la tristeza... ¿Por qué no me reconozco? ¿Quien soy?

Confiaba en mi entusiasmo que en el transcurso de la noche soñaría una idea feliz, y no. Yo, como persona, hubiera preferido desaparecer con la película. Pero hoy me toca repetir, ser yo mismo y en mi propia realidad. Un día más.

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