sábado, 20 de agosto de 2011

Un beso paternal

Llegué a su casa y como siempre le di un beso paternal, que ella le dice. Me hace viejo pero se lo consiento; llegará el día que le toque a ella darme un beso maternal que la vida da muchas vueltas ¿? Y comenzamos a hablar... Comenzamos a hablar es un decir que solo ella habló. Pero en este asunto ella era la que tenía que decir. Eso sí, si no hubiera hablado el asunto estaba claro que sus ojos y su mirada, y su bendito semblante la delataba: su cirujano le acababa de dar el alta médica y estaba pletórica, rebosaba felicidad por los cuatro costados. ¡Felicidades pues!. (Ella no sabe que María, la Magdalena, nunca dejó de mirarla de soslayo. Pero yo a lo mío).

P.D. Por ser de poco interés para sus amigas idas, guardaré su nombre en la intimidad. La que quiera saber que vaya a la escuela, o que pregunta a la "charraora" oficial del pueblo, telefonista, para más señas. Desde luego su profesión le viene como anillo al dedo: "Mande... Ah, eres tú; claro mujer: sí. A propósito, no sabes que... y patatín y patatán por tiempo indefinido. Que sí mujer, lo que yo te diga, ahora precisamente lo estoy viendo en la pantalla del ordenador...". (Miserable "charraora").

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