viernes, 19 de agosto de 2011

Sin miedo mi niña, el futuro es tuyo

Me dices que 42.000 desempleados han dejado de engrosar las listas del paro este mes y que una eres tú, entonces, mi niña: ¡Felicidades!. Lo que se desea si se desea con todas las fuerzas es (casi) imposible que no se alcance. La vida te da posibilidades que no siempre se ven llegar, pero tú, atenta, no te despistaste y... Lo mereces, mi niña, eso y más... como otros millones de parados... pero la suerte, que es suerte, ahora te ha favorecido a ti. Desear, digo, que poco a poco se vaya creando empleo en este país que no es ni de coña la patria que soñamos. Pero hoy nos toca celebrarlo a nosotros. Y a tu nueva empresa. Que no saben quién eres ni se imaginan lo que puedes llegar a ser por tu valía y profesionalidad... Se trataba de responder a esa suerte, que te eligieran entre todos y todas... Ahora es tiempo de demostrar tu valía... El desempleo en este país (perdóname, mi niña, pero no lo puedo evitar), es una lacra que hace daño al alma... ¿y entonces...? se reconoce y se grava en la memoria como el pon, pon, pon, y pon, de mi pueblo en esta semana festiva... le dicen, maldita le digo (opinión enfrentada y absurda) que no se quiere y por nada desea... No... Vivimos una coyuntura que parece una vieja discordia... (Y dale). No hace mucho te venia con los ojos tristes... vencidos como un Quijote sin su amada Dulcinea, sin más llanura que la verdad que desluce el semblante al paso de los años... Un camino pedregoso sin duda a veces imposible de caminar... Tanta gente anda por la vida sin vida, olvidada en su reino, que la realidad parece un castigo divino. Como si ser trabajador en este país fuera otra cosa distinta a la justicia y el derecho. Aquí no se honra a los jóvenes porque aún no tienen experiencia ni ejemplos que documentar... ni derechos. Triste. (Y dale...). Pero un día amanece feliz y todo cambia. Uno es capaz de morir en la confianza de vivir eternamente por el solo hecho de ver a sus hijas asentadas en su propio destino. En mí hoy reinan las mismas esperanzas de siempre y una alegría muy especial por ti. Pero el asunto no deja de ser un problema para cuatro millones de trabajadores y trabajadoras como si estuvieran signados por la suerte, y no, que el trabajo no es una opción. (Y dale que te dale). El sacrificio que Dios y la María bendijeron hoy lleva tu nombre... mi niña. El trabajo es una riqueza del todo necesaria pero secundaria que vive en estos tiempos un protagonismo inmerecido. No vivas, te digo mi niña, solo para el trabajo, que la única riqueza (inagotable) que merece la pena vivir es el amor. Y mientras, unos ojos maravillosos que nunca dejaran de ser los míos, celebran que hoy es el día de renovar unas esperanzas... Hastiado de olvidos y feliz por el presente, hoy es un día inmenso para mí... Sin miedo mi niña, el futuro es tuyo, sino de ley de justicia.

Te quiero.

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