domingo, 14 de agosto de 2011

A Juani, la amiga ida

Me lleno de la autoridad que me concede el haber vivido, para decir que mi esposa, por circunstancias de la vida, ha contraído una profunda amistad con una amiga ida. No son celos, hasta ahí podíamos llegar, pero a mi amiga ida le cuenta y explica, y a mí no. He pasado a un segundo plano en su vida, hablo de mi esposa. Ahora que mis hijas a Dios gracias ya se han ido; ahora que ya tenía en mente un proyecto de envergadura relacionado con un viaje en la intimidad modelo luna de miel; ahora, ay, ahora tengo el alma rota. Desde que supe que a media tarde si sus respectivas agendas de no dar palo al agua se lo permiten ¿? comparten café en la intimidad de una cafetería cercana... Yo lo intenté, me quise apuntar a la tertulia, que a mí también me gusta el café, pero no me dejaron: Son cosas de mujeres, me dijeron. Recuerdo a mis padres decirme: Son cosas de mayores. Me siento marginado desde el día que nací. Dos mujeres en la intimidad: blabla, blabla y blablabla el oscurantismo más infranqueable es asunto no apto para maridos y amigos, ni al camarero dejan acercarse. Ellas mismas van a la barra por el café. Para mí, y tengo constancia escrita por ahí de lo que voy a decir, las amigas son lo más de lo más... Yo siempre hablé bien de ellas y tuve un sentimiento amigo que regalarles... Una amiga es una amiga. Quizás, y ahora que lo pienso, nunca les permití que se desahogaran conmigo... Esta pudiera ser la clave de alguno de mis fracasos ¿? Creo que la amistad nunca provocó en mí empatía hasta que mi esposa me robó una amiga. Robar una amiga debiera estar penado por la justicia sino la ley. Reconozco que he abusado de la confianza de alguna amiga. Y que siempre monopolicé las tertulias, sobre todo las que trataban de amores y desamores, y que en alguna ocasión me aproveché de su buena fe para luego cotillear a sus espaldas. Digo, y lo digo en domingo con la cara de ir a misa, más que soluciones a sus problemas, se los creaba. Dicen que quien tiene un amigo... coime, ahora que lo pienso de amigos no entiendo apenas... y de amigas creí entender. Lo verdadero es que siempre abusé de la amistad, nunca tuve soluciones de urgencias a sus problemas ni propósito de enmiendas. Siempre hablé y nunca escuché. Creo que soy sincero por primera vez en mi vida en cuanto a amistad se refiere. La inspiración me sale volando, y me veo obligado a rendirme ante la verdad. Eso sí: a Dios pongo por testigo... (uy, esta frase me suena... no sé) que mi legado debe vivir y debe resaltarse en la memoria de quien me quiso o me rondó a las puertas del querer y por algún motivo no entró ¿? Así lo pienso y más lo siento. Amigas idas, enemigas... hoy en día se han perdido todos los valores. No somos nada. Bueno, algo sí, que seguimos siendo pobres, ahora un poco más... (No permitan que un amor distraiga a otro. Aunque el otro sea sagrado).

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