martes, 2 de agosto de 2011

El dolor de una amiga y mi ira contenida

Hace tiempo que la vida no se detiene ni siquiera ante la tumba de un cementerio. Hoy me van a tener que disculpar. O quizá mejor pasen de largo. Sí, mejor no me lean. Porque el asunto que hoy me obliga a escribir es de pena en el cementerio de Cristo Redentor por la amiga de una amiga que es un ángel y que un cáncer se la acaba de arrancar de las manos. Ella cree en Dios pero yo ya me estoy hartando... De ahí que diga con el mayor de los respetos que mejor no me lean que mi ira contenida me abraza y no quiero contar hasta diez sin respirar. ¿Quién rompe la vida, quien abre el candado de los cementerios, quién marchita la flor más bella en plena juventud? Doloroso paseíllo con nuestros seres más queridos camino del cementerio... ¿Descuidos de Dios y la María? ¿Acaso ya no podemos vivir en la Tierra como en el Cielo? Hablan de una ciudadanía sin futuro... ¿Futuro previsible? ¿Certidumbre? Ya éramos pobres y ahora lo somos sin esperanza. Qué daño y a quién se lo hemos hecho para tanto sufrimiento. Dolor de alma. Quién y por qué. Un mar embravecido se llevo a la amiga de mi amiga y ahora mi amiga se queda al mismo tiempo sin amiga y sin... no, no, no... mi amiga sin fe no se queda... Ella cree en Dios hoy y siempre. Rox, mi amiga, perdóname, y dale mis condolencias a su familia. Pero es que uno ya no se fía. Nos estamos quedando sin pan y sueños. Sin esperanzas. Más que vida esto es una inmensa depresión. Y el poeta dice que estamos tocando fondo... Y yo de los poetas me fío, Rox, tú lo sabes. Me fío. No sé qué más puedo decir... Amor frente a tu olvido, amor siempre. Te quiero.

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