domingo, 3 de julio de 2011

Una semana que termina

Termina una semana preñada de absurdidades. El lunes una esperanza intentó recomponer las piezas de un rompecabezas a partir de lo ocurrido con un sentimiento ya reinventado tantas veces que, ni María Magdalena enamorada también de un imposible, sería capaz de volver a volver, al amor y la santa poesía, a aceptar una nueva propuesta y otras reglas de juego. Una poema apareció el miércoles entre la noche desvelada con la intención de sanar, liberar, decretar la vida; de salvar una inestabilidad que hiere y hunde el desánimo. Mal menor, pero inevitable mal. El amor es acción, pero remató la semana vacío de ilusiones y las promesas no resintieron. Llega el viernes, hoy, y un ladrón de poca monta roba lo único que le quedaba a la semana: un martes y un jueves de palabras rotas de silencios. No queda nada de ese amor que ha ido a parar sin mayor dilación al moridero de amor, de los sueños entregados al olvido. Este es el resumen de una semana preñada de absurdidades pero con un mensaje claro: es cuestión de pararse, de tomar aliento y de ver, que a la hora de la verdad, lo único que nos conmueve y nos da vida es el amor.

Y Joaquín Sabina canta: "Tampoco fuimos a bailar/ ni tembló un pájaro en tu pecho/ cuando mi boca fue pasando/ de las palabras a los hechos".

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