martes, 12 de julio de 2011

Un regalo de mujer

Hablamos del silencio, que no le gusta me dice, y es por eso que siempre está rodeada de gente que le dicen y dice. También hablamos de sus hijos pequeños, de su esposo, de la vida, y sobre todo del miedo. Es mi amiga. Pudiera tener suficientes argumentos para escribir de mi amiga en un martes de esperanza. Pero me cuesta. Y me duele también. Pero me duele no porque tema por su futuro ni por sus hijos, ni tampoco por su marido que la adora... o por su vida. Temo porque ella teme. Porque tiene miedo al miedo. Amiga -le dije anoche-, eso es malo, tener miedo al miedo es malo y conduce al desconcierto. Eso fue todo, la noche no dio para más y me fui. El día de hoy es el que da para más, para mucho más; hoy, martes, 12 de julio de 2011. Para hacer tiempo, mientras llega la hora, diré algo importante que debiera importar a todos de mi amiga: mi amiga es un ser humano excepcional que logra que cada persona con quien se encuentra se sienta mejor consigo misma, al menos es lo que a mí me ocurre cuando estoy con ella. Mujer trabajadora, luchadora infatigable por la sociedad. Madre y esposa. Un regalo de mujer. Pienso que si en vez de vivir la vida como la mayoría, siempre a la defensiva y cuidándonos de aquellos que nos puedan hacer daño, decidiéramos vivirla como ella que hace de su vida una búsqueda constante con el fin de aportar algo positivo a su colindancia este mundo sería diferente, más humano. Ella siempre tiene una palabra de afecto, de empatía solidaria. Una sonrisa amiga. No es que por vivir los años altos esté pecando de ingenuo pensando que debemos ir transformando o conquistando vidas todos los días, aunque muchos se sorprenderían lo que puede lograr una simple sonrisa... Ella sabe mirar a la gente de frente y a la cara, pero también mira y ve de soslayo lo que no todos vemos. Por eso, cuando la ves venir de lejos y te fijas parece que está desbaratada, porque mira para un lado y regala "una sonrisa", para otro y dice "buenos días", más allá un "Dios te bendiga", y remata con "un hasta luego" hasta llegar a ti. Es mi amiga que mira y ve de soslayo lo que no todos vemos. Y son todos los días los que se encuentra con personas que se sienten invisibles porque nadie reconoce su presencia, pero ella los ve y siempre tiene su mejor sonrisa y una palabra amiga que regalarles. Alguien pudiera pensar que es mi amiga, que la quiero y por eso me parece "casi bendita". Es cierto, la quiero, pero todo lo que escribí es verdad, porque es "casi bendita". Un beso.

Son casi las diez, es la hora. El quirófano está abierto y el equipo médico preparado. No temas, amiga, que tu Dios está contigo. Mañana seguiremos hablando.... Si me lo permites, buscaré en mis adentros por si me queda algo de fe religiosa y rezaré por ti, y le diré que te bendiga.
Y le recordaré que no estás sola...

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