lunes, 25 de julio de 2011

Pareja de lecho

Una amiga me habla de la traición. Para qué mentir: Una amiga me dice que traicioné su amistad. Y en vez de decirme las cosas como son -o las ve- civilizadamente, estudiada y leída, me explica a base de metáforas al amanecer que los traidores a veces quiebran el molde de la traición para dar paso con creciente magnitud convirtiendo la traición en una crueldad siniestra. La traición tiene emponzoñadas garras, tiene psicópatas a sueldo; posee elementos frustrados cuya entelequia vampiresa, solo se calma con la sangre... Mi amiga me asusta, le pediría perdón como la gente civilizada, o los amigos que, entupidos, traicionan la amistad, pero me asusta y no me atrevo. Además, que no es cierto que la haya traicionado... con nadie, que esa es la verdadera razón de su encolerizado enfado. Celosa, me quiere solo para ella... Los celos de orientación sexual (lo dejo caer como si no viniera al caso) conducen muchas veces a un desarrollo deforme de la amistad. Todo empezó como aquél que dice: si estás aburrido podemos probar... Y desde entonces más que amigos somos pareja de lecho. Mi amiga es una obsesa sexual, me tiene atado a su obsesión tres día por semana. Su vida de vicio sigiloso está lleno de interrogantes para mí. Recuerdo cuando nos conocimos, era un día lluvioso y a los dos nos cubría la niebla de la angustia: justo esa tarde nos habían dejado nuestras respectivas parejas. El dolor que sentíamos, la amargura del desprecio, fue la razón de que nos enrolláramos por despecho, pero de buena fe, quiero decir como amigos de lágrimas y un beber para olvidar por los bares de los amores rotos. Lo cierto es que nos hicimos buenos amigos, hasta que un día a ella le dio por convertir una buena amistad en una relación caprichosa entre sábanas de algodón egipcio. Si se traspasa la línea de la amistad, la relación se empobrece y protagoniza una tragicomedia donde sus principales actores perseveran en pos de la armonía perdida aterrados ante las truculencias traumatizadas que produce una relación por el transcurrir de los sentimientos defraudados. Y ahora no solo soy víctima de los caprichos insanos de mi amiga, sino también un traidor en el enredado camino de la vida. Un objeto sexual convertido en una máquina incapaz de expandir un sentimiento de amor.

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