viernes, 29 de julio de 2011

Mi mente y yo

Me acerco a mi atalaya y, aunque la tarde propicia una vista lejana, no atisbo nada que me inspire el menor comentario. La cierto es que no me apetece escribir ni del adelanto de las elecciones del gobierno ni de esta sociedad durmiente incapaz de despertar... Casi el cincuenta por ciento de paro juvenil... Esta juventud sino perdida esta falta de esperanzas. Los viejos siguen más viejos que nunca en sus residencias. Jaleo, jaleo y más jaleo para mi cabeza. Y mi mente absurda a lo suyo, que debiera ser lo mío pero no. Quizá si le diera la vuelta al contencioso que mantengo con ella... si me pusiera en su lugar... si le preguntara a mi mente por mi y mi pensamiento... por mi vida ya puestos. Esa que vivo y desconozco... esa que seguramente no merezca. Ay, como me gusta divagar... Cómo no voy a merecer mi vida... No sé para qué busco disculpas si de sobra sé que mi problema no es el de no tener vida... mi problema es no tener misión para ella... Por ejemplo: aún desconozco si tengo virtudes... ¿Si tuviera alguna virtud la podría emplear para hacer de mi vida algo útil? Mi vida debe ser una finalidad en sí misma, o en mí mismo por qué no... Necesito encontrar mi cometido en mi vida urgente... Vivo escondido en mi mente y no veo más allá que lo que quiero ver... Vivo sin gratitud hacia los demás y mi colindancia no lo merece... Necesito ser agradecido... Lo he de intentar al menos por todos los que me quieren y aprecian, y quiero y aprecio, y en particular por la niña de mis ojos, mi hija Kristel, que ahora mismo me ha hecho una perdida para que la llame y decirme que la acababan de llamar para empezar a trabajar... Justo hoy, ahora, ya. Después de tanto tiempo la han llamado para trabajar y me dice que es la persona más feliz del mundo, y que lo quería compartir conmigo... Entonces, ¡estúpido!, qué carajo hago yo con mi mente absurda y mi pensamiento dale que dale. Mi atalaya... mi conflictividad... mi cabeza... mi vida. Si hoy ya era feliz desde las cuatro de la tarde y no lo sabía...

Te quiero mi niña,
la niña de mis ojos,
como eres...

Porque quererte es fácil.
Bendita niña de mis ojos.

Y, aunque ahora sea una opción de dos, te quiero más todavía...

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