domingo, 24 de julio de 2011

Luna de la esperanza

En este maravilloso domingo de ir a misa, haré un paréntesis con relación a los temas que acostumbro a tratar, que versan, principalmente, de política, economía, historia, situación internacional, y sobre otros aspectos de gran interés, eso sí, menos en el terreno personal. Ese tena es sagrado porque a nadie importa. Que me excusen, digo, mis lectoras habituales, pero es que este domingo me obliga a hacer esta especie de paréntesis porque hoy, 24 de julio de 2011, bajó la luna. A pesar de los tropezones, un rayo de ilusión esta mañana me injerta ánimo. Digo yo, que entonces sea porque bajó la luna. Ley de vida, como si estuviera escrito. Un milagro tal vez. Para mi la luna es mucho, por ello, alguien debería construir un aeropuerto lunar. Lunar de la luna: Luna de la esperanza, donde cada cual se pudiera manifestar libremente, quizá bajo el estimulante vital de la transparencia estética del corazón (alma), del amor y la santa poesía que es la razón de vivir con cierta expectativa fiable. Sin duda, la luna aporta química a la esperanza. Un soplo de ese bienestar ilusionado. El manantial de aromas de azahar que a todos nos debiera enloquecer para pecar... Pecar por amor. Bajó la luna, digo, y cargados de esperanza, nunca será tarde para buscar un mundo más humano si en el empeño ponemos un poco de empatía. La esperanza es el todo, la sensación inequívoca de que existe un futuro mejor. Cuando las personas se unen por amor, siempre gana la esperanza de vida. En cualquier caso, hasta que el sol hoy se ponga y se de cuenta que la luna no está, que luna falta, que ha desaparecido, que dónde estará, que a mí que me registren, hay esperanza. De otra forma sería el caos.

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